Todavía es posible alcanzar las aspiraciones de las personas y una paz duradera, afirmó la entidad en su cuenta en Twitter.
Para ello, los máximos responsables libios “deben poner los intereses del país por encima de los suyos propios, poner fin a este estancamiento político y empoderar a la gente para que elija a sus propios líderes en 2023 a través de elecciones inclusivas”, apuntó.
Las declaraciones de la Unsmil fueron con motivo de cumplirse 12 años del inicio del conflicto respaldado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que culminó con el derrocamiento y posterior asesinato de Muamar al Gadafi.
“Los últimos 12 años estuvieron marcados por una crisis que afectó a todos los libios y por la afirmación de una aspiración popular a la democracia, la paz y la justicia”, afirmó la entidad.
Sin embargo, apuntó, esos deseos no se hicieron realidad y, dado que el país se estancó en un estado de transición continua, la vida diaria, en muchos sentidos, sigue siendo difícil para las personas.
La economía es inestable, los servicios básicos como el agua y la electricidad no se entregan de manera confiable y la atención médica no cuenta con recursos suficientes, subrayó.
El organismo de la ONU resaltó que también los procesos judiciales están estancados y los derechos humanos no se respetan.
Libia está dividida en dos gobiernos paralelos que reclaman para sí el poder, una situación que amenaza con reanudar la guerra.
Tras un año de relativa calma, la tensión escaló en febrero del pasado año, cuando el órgano legislativo nombró a Fhati Bashagha como primer ministro interino en sustitución de Abdul Hamid Dbeibeh, quien anunció que solo entregará el poder a las autoridades emanadas de las urnas.
Este último y su gabinete están asentados en Trípoli mientras el ejecutivo de Bashagha tiene su sede en la oriental ciudad de Tobruk, donde también se encuentra el Parlamento.
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