Jose R Oro*, Especial para Prensa Latina
Ejemplos de cómo forjar una crisis e inculpar a la víctima
La Unión Soviética se oponía verticalmente al fascismo- nazismo- falangismo durante los 1930’s. Durante la Guerra Civil española, Ese enorme país, que solo comenzaba un acelerado proceso de industrialización desde el 15 de octubre hasta el final de 1936, realizó 23 viajes con armas en barcos soviéticos y 10 en buques de otra nacionalidad que entregaron a la República: 623 aviones (más cuatro aviones de instrucción UTI), 331 tanques, 60 carros blindados, mil 228 piezas de artillería, 15 mil 008 ametralladoras y 379 mil 645 rifles, con unos dos mil pilotos, oficiales y técnicos de alta calificación.
Hasta el fin de la guerra, la URSS envió más armamento, municiones, combustibles, alimentos, medicinas y muchos otros productos, junto a decenas de miles de especialista militares. La ayuda soviética nunca pudo compensar la masiva intervención militar de la Italia fascista y la Alemania nazi debido a la entonces limitada capacidad de su industria bélica y a las enormes dificultades logísticas, que incluían la cínica “no beligerancia” de países como Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos.
En 1938, la Unión Soviética se opuso a Alemania durante la crisis de los Sudetes en Checoslovaquia, y movilizó cuantiosas tropas, miles de aviones y tanques para acudir en ayuda de ese país. Francia primero renegó de su garantía de ayuda a Checoslovaquia y después Gran Bretaña, Francia, la Italia fascista y la Alemania nazi, firmaron el infame Pacto de Múnich (donde ni la URSS ni la propia Checoslovaquia fueron invitadas), con el cual ese país fue abandonado a su suerte. La Polonia antisoviética y semi-fascista se aprovechó de la postración checa y se apoderó por la fuerza del distrito silesiano fronterizo de Zaolzie.
El gobierno soviético convoco a una reunión de Seguridad Colectiva con Gran Bretaña y Francia. Las negociaciones militares comenzaron el 12 de agosto en Moscú, con una delegación británica encabezada por el almirante retirado Sir Reginald Drax , una francesa liderada por el general Aimé Doumency y la de la URSS soviética dirigida por los Mariscales de la Unión Soviética Kliment Voroshilov, el comisario de defensa, y Boris Shaposhnikov, jefe del estado mayor general, es decir sus máximos líderes militares.
Sin credenciales escritas, Drax no estaba autorizado a garantizar nada a la Unión Soviética y el gobierno británico le había dado instrucciones de prolongar las discusiones el mayor tiempo posible. El país de los soviets ofreció que en caso de guerra con las Potencias del Eje, llevaría al frente de batalla unas 120 divisiones de infantería y muchos miles de tanques y aviones, mientras Francia y Gran Bretaña ofrecían cantidades irrisorias de tropas y material, que en conjunto no llegaban al 25 por ciento del aporte soviético propuesto. Como las negociaciones lógicamente fracasaron, se perdió una gran oportunidad para prevenir la agresión alemana y la fase europea de la Segunda Guerra Mundial.
En esas circunstancias, la Unión Soviética se vio obligada a firmar un Tratado de No Agresión con Alemania para salvaguardar sus fronteras, no permitir que las potencias occidentales se quedaran cruzadas de brazos y tuviera que enfrentarse sola con Alemania, Italia, Finlandia, Rumania, Hungría, Eslovaquia y posiblemente Turquía y Polonia, teniendo siempre latente el peligro de agresión nipona en el Extremo Oriente.
El pacto fue firmado en Moscú el 23 de agosto de 1939 por el Ministro de Relaciones Exteriores alemán Joachim von Ribbentrop y el Comisario del Pueblo de Relaciones Exteriores soviético Viacheslav Molotov y se conoció oficialmente como Tratado de No Agresión entre Alemania y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
El desplome del campo socialista y de la Unión Soviética. Acuerdo de que la OTAN no se extendería hacia las fronteras de la antigua Unión Soviética.
La crisis final venía gestándose hacia tiempo en Europa Central y Oriental, comenzando en Polonia, donde una huelga masiva de los trabajadores polacos en 1988, y la tendencia contra el socialismo continuó en Hungría, Alemania Oriental (RDA), Bulgaria, Checoslovaquia y Rumania. El 4 de junio de 1989, el sindicato Solidaridad obtuvo una abrumadora victoria en las elecciones en Polonia, lo que condujo a la caída no violenta del estado socialista en ese país.
También en 1989, Hungría abrió un paso fronterizo con Austria en agosto y así, país por país, el bloque socialista se desintegró.
Hubo manifestaciones masivas en ciudades como Leipzig y posteriormente se produjo la muy importante (tanto desde el punto de vista práctico como simbólico) caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, que sirvió como momento definido de la reunificación alemana (o absorción de la RDA por la RFA) en 1990.
Una característica común a la mayoría de estos procesos fue el uso extensivo de campañas de resistencia civil, altamente organizadas, demostrando la oposición popular a sus gobiernos.
Rumania fue el único país donde los ciudadanos y las fuerzas de oposición usaron la violencia para derrocar su estado socialista. Se considera que la Guerra Fría I terminó «oficialmente» el 3 de diciembre de 1989 durante la Cumbre de Malta entre los líderes soviético y estadounidense. Sin embargo, muchos historiadores sostienen que la disolución de la Unión Soviética el 26 de diciembre de 1991 supuso su verdadero final, y la completa emersión de un mundo unipolar dirigido a placer por Estados Unidos, muy temporalmente la única superpotencia.
El 1 de julio de 1991, el Pacto de Varsovia se disolvió oficialmente en una reunión en Praga. La Unión Soviética retiró rápidamente sus fuerzas de Europa central y sudoriental.
Comienzo de la tragedia de Ucrania
Ucrania había restaurado su independencia en agosto de 1991. Las presidencias de Leonid Kravchuk y Leonid Kuchma fueron seguidas por la así llamada Revolución Naranja en 2004, en la que los ucranianos eligieron a Víctor. Yushchenko.
El golpe de Estado liderado por los fascistas y respaldado por Estados Unidos en Ucrania en 2014 derrocó al gobierno legítimamente electo de Víctor Yanukovich y lo reemplazó por uno orientado a alinearse con la Unión Europea, la OTAN y el imperialismo estadounidense.
En la Ucrania de 2014 estallaron protestas en la Plaza de la Independencia (Maidan), donde miles de personas se movilizaron en el centro de Kiev para protestar contra la supuesta corrupción del gobierno democráticamente electo y la fuerte caída del nivel y calidad de vida del pueblo. Protestas como ocurren en decenas de países cada año.
Sin aviso, desde los edificios cercanos, una lluvia de balas de asesinos cayó sobre los manifestantes pacíficos, matando a muchos. Se asumió automáticamente y se dijo por doquier que los perpetradores eran policías o agentes del gobierno de Yanukovich.
Fue solo más tarde, después del subsiguiente golpe liderado por los fascistas, que se reveló la verdad, cuando un alto funcionario de Lituania informó a Estados Unidos que fueron los grupos dirigidos por fascistas los que abrieron fuego contra las multitudes de Maidan como preludio de su planeada toma de la Rada (Parlamento de Ucrania).
Mientras tanto, las bandas armadas fascistas irrumpieron en la Rada, prohibieron físicamente a los representantes de la mayoría de Yanukovich entrar en el edificio y tomaron el poder en Ucrania. En muy breve tiempo comenzó la agresión contra los territorios de este y el sur del país que eran mayoritariamente ruso – parlantes y que tenían estrechos lazos económicos con Rusia.
Después estas hostilidades llegaron a ser ataques militares muy poderosos y con grandes pérdidas de vidas humanas, Rusia tomó Crimea que siempre había sido rusa hasta la reciente (1950’s) y voluntarista decisión de pasarla a Ucrania en del marco (y eso es extremadamente importante) de la Unión Soviética.
Más adelante vinieron los Acuerdos de Minsk I y II, y el trazado de claras “líneas rojas” donde Rusia aclaró que no aceptaría, después de la disolución del Tratado de Varsovia y el acuerdo de que la OTAN no se extendería hacia las fronteras rusas, que ya había sido violado en exceso (Polonia, Rumania, Republica Checa, Eslovaquia, los países del Báltico, Hungría, Rumania se habían convertido en miembros de la OTAN), Ucrania entrara en esa alianza agresiva, creada y mantenida como una punta de lanza anti rusa.
De ahí nace la ofensiva rusa en febrero de 2022. No surge de la nada, tiene amplios antecedentes y está claro para todo quien tenga sentido común y quiera usarlo, que Rusia no disparó el primer tiro, ni que este conflicto estallara por un acto insensato de Vladimir V. Putin.
Como dijera recientemente el gran Ignacio Ramonet, hemos presenciado “La muerte de la verdad y el miedo a saber”.
Terribles efectos en el movimiento progresista mundial
En el otoño de 1936, todas las fuerzas progresistas del mundo defendían con pasión la República Española, en cada ciudad del mundo se escuchaba en decenas de idiomas el grito estentóreo de ¡No Pasarán!
Al final del verano de 1939, el movimiento progresista del planeta estaba atomizado, sorprendido y en muchos casos indignado por el Tratado de No Agresión firmado por la Unión Soviética y la Alemania del Tercer Reich, supuestamente “milenario”.
El que la Unión Soviética hubiera sido completamente forzada a dar ese paso por la inmensa hostilidad de las potencias occidentales, no fue óbice para que este acto de defensa del pueblo y de ganar tiempo para apertrechar a las Fuerzas Armadas de la URSS, fuera considerado muy negativamente por una parte significativa de la izquierda mundial (no sólo los partidos y grupos trotskistas), perjudicando significantemente el prestigio de la Unión Soviética, el que solo se recuperaría con la bandera roja ondeando sobre el Reichstag..
En nuestros días, la ofensiva militar de Rusia en Ucrania es un acto en defensa de los intereses de millones de ruso- parlantes en el Donbass y Crimea y para impedir que la OTAN, en crudísima violación de lo acordado cuando se desmanteló el Pacto de Varsovia, entrara en Ucrania y pudiera instalar armas de exterminio en masa de última generación a minutos de vuelo de Moscú y de decenas de ciudades que constituyen el núcleo industrial y demográfico de la Federación Rusa. No siempre el agresor es quien dispara el primer tiro. Es muy importante saber si no fue absolutamente forzado a hacerlo. Además, y no menos importante es saber cuando se disparó ese primer tiro. En el caso del conflicto actual en Ucrania, esto ocurrió:¿En febrero del 2022 o en 2014? Por supuesto, como sabemos, en 2014. Aparte de que no se menciona quien lo hizo entonces, que demostradamente corrió a cargo de los golpistas fascistas ucranianos, bajo instrucciones y apoyo de todo tipo de Estados Unidos.
La reacción del movimiento progresista en el mundo ha sido muy parecida al caso del Tratado de No Agresión de 1939. Una cantidad importante de individuos y organizaciones progresistas, de izquierda e incluso de extrema izquierda, denuncian a Rusia como agresora y demonizan a su presidente Vladimir Putin.
Por eso, es un deber oponerse de forma vertical a esa falsificación de la historia. Como todas las personas decentes debemos rechazar al uso de la violencia en la solución de las disputas internacionales. Pero hay que entender de donde se origina la violencia, quien la paga y la fomenta.
Debe quedar claro que ni en 1939, ni en 2022 la Unión Soviética ni Rusia han sido los agresores, y que el derecho a la defensa es absolutamente legítimo.
rmh/jro
*Ingeniero cubano residente en Estados Unidos