Los científicos analizaron el impacto de la pérdida de bosques en tres zonas tropicales —Amazonas, Congo y Sudeste Asiático— que han experimentado rápidos cambios en el uso de la tierra.
Incluyeron el análisis de observaciones por satélite desde 2003 hasta 2017, para identificar los lugares donde se habían talado los bosques.
Los datos pluviométricos de estas zonas, también medidos por vía satelital, se compararon con las precipitaciones de lugares cercanos donde no se habían perdido bosques.
La indagación reveló que la pérdida de bosques tropicales provocaba una reducción de las lluvias a lo largo de todo el año, incluso en la estación seca, cuando una mayor desecación produce ramificaciones más grandes en los ecosistemas vegetales y animales.
El mayor descenso absoluto de las precipitaciones se registró en la estación húmeda, con una contracción de hasta 0,6 milímetros al mes por cada punto porcentual de pérdida de cubierta forestal.
Los autores del artículo advierten de que el cambio climático provocará un aumento de la sequía, que se verá agravado por la continua deforestación.
Consideran que la pérdida de cubierta arbórea interrumpe el proceso por el que la humedad de las hojas —a través de un mecanismo llamado evapotranspiración— vuelve a la atmósfera, donde acaba formando nubes de lluvia.
Además de afectar a los ecosistemas naturales, una disminución de las lluvias sería perjudicial para la agricultura y las centrales hidroeléctricas, lo que tendría un fuerte impacto tanto en el buen funcionamiento de los bosques como en las comunidades locales.
Afirman que como promedio el rendimiento de los cultivos disminuye un 0,5 por ciento por cada un punto porcentual de reducción de las precipitaciones.
Los científicos advierten de que la disminución de las lluvias repercute negativamente en la biodiversidad, aumenta el riesgo de incendios forestales y reduce la captación de carbono.
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