Henry reconoció la visión perfeccionista y audaces reformas de su antecesor, a quien describió como un pensador ilustrado, educador, servidor incansable, fiel y leal al Estado, además de un patriota sin ambages.
Asimismo, recordó que su inteligencia, competencia y fuerza de convicción eran unánimemente respetadas y simboliza lo que une y congrega al país, más allá de las diferencias y diversidades.
Latortue, quien murió la semana pasada a los 88 años, se consagró a una vida de entrega, sacrificio y pragmatismo, tanto aquí como en el extranjero y sus innegables méritos se deben a que tuvo que superar las numerosas bajezas cotidianas de la vida política haitiana anteponiendo los intereses de la República a todo lo demás, afirmó.
El fallecido fungió como primer ministro de 2004 a 2006 tras el segundo derrocamiento de Jean Bertrand Aristide y durante su gestión organizó elecciones, en las cuales se ganó René Preval.
También fue canciller durante la breve administración de Leslie Manigat, en 1988, y trabajó varios años como funcionario de Naciones Unidas.
Tras su muerte, la Oficina Integrada de la ONU en Haití destacó su legado y recordó que Latortue marcó la historia política reciente de su país por su compromiso con los valores democráticos, el mandato y la labor del organismo internacional.
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