El Ministerio de Comercio dijo en un comunicado que si bien todavía no recibió información formal desde Washington, el gigante asiático está abierto a esa posible visita y seguirá comprometido con atender las preocupaciones de cada lado mediante el diálogo.
También reiteró la apuesta por promover “una cooperación constructiva y práctica”, en contraste con la política norteamericana de supeditar las relaciones mercantiles a la competencia.
El Ministerio se pronunció así tras informarse en medios de prensa que Raimondo considera viajar a China en 2023.
De concretarse, sería la primera visita de un titular estadounidense de Comercio al país asiático desde el estallido en 2018 de la guerra de tarifas que laceró los intercambios mercantiles, con secuelas en lo bilateral e internacional.
Un acuerdo sellado en 2020 aminoró el diferendo, al establecer obligaciones y mecanismos para manejar diferencias respecto a la propiedad intelectual, alimentos y productos agrícolas, impulso del comercio, finanzas, moneda y transparencia, transferencia forzada de tecnología, evaluación bilateral y resolución de disputas.
Con la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca en 2021, se reanudaron los contactos de alto nivel en ese sector y en todos ambas potencias coincidieron en la importancia de dar un vuelco positivo a los lazos comerciales, aunque persistan las fricciones en otros terrenos.
Pero Estados Unidos mantiene muchas de las trabas impuestas contra China durante el gobierno del expresidente Donald Trump (2016-2020), aprobó nuevas restricciones a las exportaciones tecnológicas y sancionó a varias empresas de este país en los últimos tiempos.
Datos oficiales mostraron que la actividad mercantil entre las partes tuvo una caída interanual de 10,6 puntos en el período enero-febrero pasado y aportó poco más de 101 mil millones de dólares.
Esas operaciones representaron el 11,4 por ciento del volumen total del comercio exterior de China, en comparación con el 12,7 por ciento de 2022.
Expertos advierten que se reducirán aun más si Estados Unidos sigue apegado a la política proteccionista, insiste en el desacoplamiento y en perturbar las cadenas de suministros industriales.
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