Y aunque es cierto que lo más importante son las esculturas con baño de oro en mano, también es verdad que el número de candidaturas otorgadas a una cinta ya de por sí constituye reconocimiento digno entre tantas buenas propuestas fílmicas.
De las candidatas, una sola se lleva el trofeo a la Mejor Película, pero están también las que se ganan otros honores, como los de Mejor Actor o Actriz, Mejor Dirección, Fotografía, entre las diversas categorías que se destacan.
El mundo de los Oscar es “un lugar” para sorprenderse y la ceremonia de entrega no es apta para cardíacos, porque en ocasiones los triunfadores están muy a la vista, pero en otras los ganadores fueron filmes que no llegaron al concurso con buenas críticas de prensa o constituyeron fracasos de taquilla.
La trayectoria del galardón recoge incluso casos de clásicos, filmes que son parte de la historia de lo mejor del séptimo arte, que no fueron nominados al Oscar a Mejor Película, como Cantando bajo la lluvia y Psicosis, que en su momento no recibieron la estimación que se merecían.
Para ese genio de la cinematográfica mundial que es Woody Allen, los premios en el cine dependen del criterio subjetivo de un jurado, lo cual no es medible, a diferencia de una competencia de atletismo donde si gana el que primero llega a la meta.
No obstante, con más justicia o no, estar entre los candidatos a la famosa estatuilla constituye una marca de júbilo para toda la vida, por lo que no es obviado a la hora de redactar currículos y mostrar triunfos.
En esa lista aparece en punta Titanic (1997), de James Cameron, una de las películas más taquilleras de la historia (junto a Avatar) además de ser el título que más nominaciones y Oscar obtuvo hasta el momento, con 14 y 11, respectivamente.
Empatado con más candidaturas está Eva al desnudo (1950), una de las cintas que mejor ha abordado el mundo del teatro en Nueva York. Ganó en seis de ellas, incluyendo el Oscar a Mejor película, guion original y director para Joseph L. Mankiewicz.
Otra fue La, La, Land, el reencuentro con el musical clásico propuesto por Damien Chazelle, con Emma Stone y Ryan Gosling en los protagónicos, que sin duda entusiasmó a los académicos, porque también igualó la hazaña de Titanic y Eva al desnudo.
Le siguieron El señor de los anillos: La comunidad del anillo (2001), la primera aventura del director Peter Jackson en la Tierra Media que le valió 13 nominaciones en la 74 edición de los premios hollywoodienses, de los cuales convirtió cuatro en Oscar: Mejor fotografía, banda sonora, efectos visuales y maquillaje.
Con 13 aparece además Forrest Gump (1994), esa obra grande de Robert Zemeckis que se llevó a casa seis estatuillas, en un año en el que se presentaron otros filmes de altos quilates como Cadena perpetua o Pulp Fiction, dejando fuera de competición a Quentin Tarantino en la puja de Mejor director; y Tom Hanks fue elegido Mejor actor por encima de Morgan Freeman, John Travolta y Paul Newman.
En 1939 se rodó otra grande, Lo que el viento se llevó, que cargó 13 nominaciones, de las cuales se ganó el Oscar en ocho, entre los que se incluyen el de Mejor película, Mejor director para Victor Fleming, Mejor actriz para Vivian Leigh y Mejor actriz de reparto para Hattie McDaniel, primera afroamericana en ser nominada y ganar un Oscar.
Chicago, la adaptación del exitoso musical de Broadway dirigida por Rob Marshall obtuvo la misma cantidad de candidaturas y se hizo con seis estatuillas, entre las que destacan el codiciado Oscar a la Mejor película y el de Mejor Actriz de Reparto para Catherine Zeta-Jones.
Con 13 se registran además De Aquí a la eternidad (1953), Mary Poppins (1964), ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966), Shakespeare In Love’ (1998), La forma del agua (2017), de Guillermo del Toro, que finalmente ganó cuatro premios.
A la ceremonia de la edición 95 de los Oscar, esta noche, llega con más votos en 11 categorías Todo a la vez en todas partes, de Daniel Kwan y Daniel Scheinert, cinta que desde ya puede festejar a lo grande.
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