En rigor, esta es la segunda ocasión en que el fenómeno climático azota a ambos países tras dejar la semana pasada una estela de muertes y devastación en Madagascar, un estado insular africano del océano Índico.
Decenas de miles de personas perdieron sus viviendas, quedaron aisladas o fueron desplazadas de sus zonas de residencia por los fieros vientos y las lluvias apocalípticas del ciclón, cuya errática trayectoria de idas y venidas y larga vida sin precedentes conocidos asombra a los especialistas.
El fin de semana fue aciago para Mozambique debido a un segundo azote el sábado de Freddy, que reservó el domingo para enseñorearse sobre Malawi donde además una epidemia de cólera desde el año pasado tiene al país en ascuas.
Las ráfagas de viento y la fuerza de los aguaceros, asimismo arrasaron árboles y cultivos con daños aun por calcular.
El único rayo de esperanza es que Freddy, nombre diminutivo y poder titánico, pierda fuerza tras su indeseado retorno a Mozambique y Malawi, aunque vistas sus peculiaridades, todas las posibilidades quedan abiertas.
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