Según el Ministerio de Salud y Deportes los contagios registrados este miércoles representan menos de la mitad de los 49 reportados hace siete días.
El departamento de Santa Cruz permanece como epicentro del mal en el país altiplánico, con 10 mil 899 casos (la semana pasada registraba 10 mil 189), lo cual confirma que aunque se contagiaron 710 pacientes, es un número inferior al registrado en lapsos anteriores cuando este indicador rebasaba los cuatro dígitos.
Salud y Deportes afirma que de las nueve jurisdicciones departamentales siete son blanco del mal transmitido por la hembra del mosquito Aedes aegipty, y solo Oruro y Pando permanecen fuera de esa lista indeseable.
Además de Santa Cruz, los territorios infestados son: Beni (mil 462 enfermos), Tarija (mil 479); La Paz (537), Pando (97), Chuquisaca (508) y Cochabamba (230).
Para contener el ritmo de expansión de este fenómeno patológico, el presidente, Luis Arce, orientó realizar jornadas de higienización colectivas (mingas) y de fumigación incluso con drones y miles de militares y policías movilizados junto a funcionarios de las alcaldías.
Brigadas móviles de estudiantes de los últimos años de Medicina también recorren las distintas localidades con el objetivo de identificar a los posibles enfermos, fuente de los contagios una vez que son picados por la hembra del Aedes Aegypti.
“Es importante decir a los medios de comunicación, en todo momento la cantidad de fallecimientos irá incrementando porque son acumulados, tenemos que decirlo por responsabilidad porque no se puede alarmar a la población”, reflexionó el ministro de Salud, Jeyson Auza.
Sin embargo, el titular insistió en que es importante analizar el impacto negativo o no de una enfermedad mediante la tasa de incidencia o letalidad; en el caso del dengue por cada 100 mil habitantes en Santa Cruz alcanza al 1,1 por ciento, en Beni los 0.6 puntos porcentuales, en Tarija, 2.3 por ciento y en La Paz, 0.7 puntos sobre 100.
Reafirmó que esos resultados no son producto de la casualidad sino de las acciones que se llevaron adelante principalmente en Santa Cruz de la Sierra, donde hubo un marcado descuido de sus autoridades departamentales para atender a su población, y demandó la presencia de autoridades nacionales del sector.
Un cubano, el epidemiólogo Carlos Juan Finlay, confirmó a finales del siglo XIX mientras trataba de mitigar los efectos de la fiebre amarilla en La Habana, el papel del mosquito Aedes aegypti como vector transmisor de esa enfermedad.
Hoy esa misma teoría se aplica al combate contra el dengue, el chikingunya y el zika.
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