Al citar fuentes policiales, el portal G1 asegura que criminales con armas de fuego expulsaron a residentes e incendiaron tres casas en el barrio de Igapó, Zona Norte de Natal, en el quinto día de ataques violentos registrados en la división territorial.
Según los moradores, cuatro delincuentes encapuchados y con chalecos antibalas llegaron en la madrugada a la localidad Travessa Marcílio Días y expulsaron a nueve residentes de tres casas, todos de la misma familia. Una anciana de 77 años fue sacada de la cama con un arma apuntando a su cabeza.
Un vecino que intentó ayudar a las víctimas a apagar el fuego acabó desmayándose por inhalar humo y fue hospitalizado.
«Derribaron la puerta principal y otras de casas, que están en un solo terreno. Fue con mucha violencia, amenazando todo el tiempo, sacando a todo el mundo y prendiendo fuego a todo el lugar, gasolina por todas partes. Lo hemos perdido todo», afirmó una residente, que pidió no ser identificada, según el sitio noticioso.
Un policía penal del estado fue muerto a tiros en un atentado perpetrado anoche por los delincuentes en el barrio São Gonçalo do Amarante, en la Gran Navidad.
Carlos Eduardo Nazario, de 49 años, fue socorrido y llevado en un vehículo de la Policía Militar al hospital Santa Catarina, en la Zona Norte de Natal, pero no resistió las heridas y murió.
El Gobierno aún no ha publicado un balance con el número de fallecidos desde el inicio de los atentados en Rio Grande do Norte. Sin embargo, la Policía Civil confirmó el asesinato de un comerciante en la noche del 14 de marzo.
Un sospechoso quedó sin vida en esa jornada en un enfrentamiento con la policía. Otro también cayó ayer durante un intercambio de disparos con agentes.
De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública de Rio Grande do Norte, 104 personas fueron detenidas hasta las 06:00, hora local, de este sábado.
También desde el martes pasado fueron decomisadas 29 armas de fuego, 87 artefactos explosivos y 23 galones de gasolina.
La agencia asegura que las acciones violentas responden a manifestaciones de presos, organizados por una facción criminal que hace demandas sobre las condiciones en las cárceles, como el acceso a los televisores y visitas íntimas.
Se sospecha que detrás de las agresiones y disturbios está el llamado Sindicato del Crimen, banda que domina el narcotráfico en la región y opera desde el interior de los presidios.
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