Por Edilberto F. Méndez
Corresponsal en la República Dominicana
Precisamente fue el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, quien durante su intervención en el cónclave habló del tema al expresar el empeño de su país de consolidar un mundo más justo, solidario y sostenible, que avance hacia el desarrollo y la prosperidad de nuestros pueblos.
El mandatario recordó cómo el escritor cubano Alejo Carpentier, desde estos territorios de América se inspiró en la idea de lo real maravilloso, por ello “siempre que estamos juntos, nos crece la certeza de que sí podemos”.
Con esos aires, el evento transcurrió en medio de convocatorias a la cooperación, llamados de cambios en el actual orden internacional, el rechazo a la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo y la demanda contra el bloqueo estadounidense y las medidas coercitivas unilaterales.
El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, dijo a la prensa de su país que el cónclave, a pesar de durar pocas horas, fue muy positivo.
Rodríguez resaltó, entre otros asuntos, la aprobación en el evento de una Carta Ambiental a partir de la cual Iberoamérica se proyecta en relación con el cambio climático, que entraña una amenaza existencial, así como una digital que debe contribuir a reducir la brecha en este campo entre los países desarrollados y en desarrollo.
DECLARACIÓN DE SANTO DOMINGO
La Declaración de Santo Domingo, aprobada en esta XXVIII Cumbre, plasma un sin número de aspectos de vital importancia sobre los cuales Ecuador, elegida secretaria pro tempore de la Conferencia Iberoamérica, debe trabajar con el resto de los países integrantes de esta comunidad.
Entre los 49 puntos recogidos en el documento destacan la necesidad de superar las brechas profundizadas por la pandemia de la Covid-19, y la implementación de acciones de mitigación y adaptación para combatir los efectos del cambio climático y la pérdida de la biodiversidad.
También sobresale la reafirmación de los países miembros del apoyo al multilateralismo, a la solidaridad, el diálogo y la cooperación internacional, consagrados en el acervo iberoamericano, a fin de promover los pilares fundamentales de las Naciones Unidas: paz y seguridad, desarrollo y derechos humanos.
Asimismo aboga por trabajar por la paz completa, justa y duradera en todo el mundo basada en los principios de la Carta de las Naciones Unidas, incluyendo los de igualdad soberana e integridad territorial de los Estados, que contribuirá, además, a poner fin a los efectos adversos de las guerras.
Sostiene que Iberoamérica requiere avanzar ordenada y decisivamente hacia una recuperación postCovid-19, orientada a la disminución de las desigualdades mediante una reestructuración inclusiva, justa y sin obstáculos para el desarrollo de las sociedades del área, impulsando los compromisos con la agenda global de desarrollo sostenible.
Rechaza la aplicación de medidas coercitivas unilaterales violatorias del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas, que obstaculizan la capacidad de los Estados para hacer frente a sus necesidades y prioridades en materia de desarrollo.
Y expone el compromiso a favor de una migración segura, ordenada y regular, respetando plenamente los derechos humanos de los migrantes mediante la búsqueda conjunta de mecanismos que garanticen una adecuada gestión de estos flujos y procesos de regularización ágiles.
Fue declarado que es imprescindible contar con un sistema financiero internacional más justo, democrático, inclusivo y solidario, el cual amplíe y fortalezca el nivel de participación de los países en desarrollo en la toma de decisiones.
Esto, para que se les permita acceder, en condiciones favorables y transparentes, a los recursos financieros necesarios a fin de impulsar sus procesos de recuperación económica, mejorar las condiciones de endeudamiento externo y de construcción de sociedades más equitativas, prósperas, justas y sostenibles.
La declaración reitera la profunda preocupación por el progresivo deterioro de la situación de seguridad pública y humanitaria en Haití y se solidariza con el pueblo de ese país frente a esta estremecedora realidad.
Resalta los esfuerzos subregionales, regionales e internacionales de acompañamiento al proceso de diálogo entre el Gobierno, los distintos partidos políticos, instituciones y otros actores de la sociedad haitiana, con el objetivo de trazar una hoja de ruta que les permita salir de la compleja crisis.
Reconoce los ingentes esfuerzos desplegados por el Gobierno de la República Dominicana y otros países iberoamericanos para contribuir a una solución de la difícil situación humanitaria por la cual atraviesa Haití.
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