Desde la norteña Cabinda hasta Cunene en el sur, los ciudadanos acogen con júbilo la efeméride, que rememora la firma el 4 de abril de 2002 del entendimiento entre el Gobierno y la opositora Unita para el cese del conflicto armado.
En conferencia de prensa, el ministro de Estado y jefe de la Casa Militar del presidente de la República, Francisco Pereira Furtado, apreció ayer el clima reinante de estabilidad y confianza.
A lo largo de las últimas dos décadas, Angola avanzó en la institucionalización del poder estatal y la gestión administrativa en localidades anteriormente ocupadas por fuerzas militares adversarias, consideró el funcionario, quien también alabó los progresos en términos de reinserción social de los desmovilizados.
El mensaje, afirmó, “es que todos debemos estar orgullosos de tener paz y un país estable y en progreso”; cada uno de nosotros, abundó, debe ser consciente de que puede llevar algún tiempo resolver los problemas, “pero estos tienen solución”.
Para la vicepresidenta del MPLA, Luísa Damião, la paz conquistada hace 21 años es la condición sine qua non para el desarrollo; solo así, ejemplificó, fue posible ampliar y mejorar los servicios de salud y la red escolar, construir puentes y aeropuertos, crear y fortalecer relaciones de cooperación en diversas áreas.
Reunidos por primera vez, los integrantes del Consejo de Honor del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) exhortaron el pasado sábado al presidente del partido y la República, João Lourenço, a proseguir las acciones por el bienestar los ciudadanos.
Según expresaron en un comunicado final, el clima de paz debe ser preservado y servir como presupuesto fundamental e ineludible para el desarrollo nacional y “la mejora continua de las condiciones de vida de la población”.
El 4 de abril de 2002 fue suscrito el Memorando de Entendimiento Complementario al Protocolo de Lusaka, con vistas a poner fin a la guerra civil que duró 27 años (1975-2002).
El tratado inicial fue rubricado en Lusaka, la capital de Zambia, el 20 de noviembre de 1994, pero sin conseguir los propósitos deseados, pues los insurgentes desconocieron los resultados de las elecciones generales de 1992 y continuaron la disputa por la vía militar.
En general, el conflicto bélico que siguió a la proclamación de la independencia (11 de noviembre de 1975) dejó un saldo hasta 2002 de más de 500 mil muertos y cuatro millones de desplazados, de acuerdo con documentos de la época.
oda/mjm