Por Gustavo Robreño Dolz*
Aquel encuentro abrió las puertas a una etapa aún más fecunda, cercana y fraternal en las relaciones de amistad y solidaridad cubano-vietnamitas, que eran ya múltiples y estrechas y fueron acrecentándose en la medida en que se hacía más agresiva y criminal la intervención genocida yanqui contra aquellas tierras ancestrales y sus laboriosos hijos.
El Héroe Nacional de Cuba, José Martí, les había cantado a ambos en su inolvidable “Un paseo por la tierra de los anamitas”, publicado en la revista para niños La Edad de Oro, algo que recordé cuando me comunicaron que iría al frente del equipo de periodistas cubanos que acompañaría al entonces presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y primer secretario del Partido Comunista de Cuba en esa visita sin precedentes.
Sería la culminación de un extenso e intenso periplo iniciado en la caribeña Guyana, seguido por la africana Guinea, y por la participación en la decisiva IV Cumbre de los Países No Alineados en Argelia, así como por las visitas a Iraq y la India.
Prestigiosos y experimentados periodistas cubanos, según recuerdo, integraron aquel grupo informativo, entre los cuales estaban Juan Marrero, Carlos Mora, Ricardo Sáenz, el cineasta Santiago Álvarez, el camarógrafo Iván Nápoles y el fotógrafo Jorge Oller. Los corresponsales de Prensa Latina les darían su apoyo.
En mi caso, conocía con anterioridad el país pues me había desempeñado como primer secretario de la Embajada de Cuba durante los años 1970-1971. También había formado parte del Comité Cubano de Solidaridad con Vietnam, dirigido por Melba Hernández -la inolvidable heroína del Asalto al Cuartel Moncada (26 de julio de 1953)-, a partir de 1966.
El pueblo cubano se mantenía muy al tanto, a través de nuestros medios, de aquellas noticias que se generaban a 15 mil kilómetros de distancia y que resumieron cada día de actividad del Comandante en Jefe Fidel Castro a lo largo de los 18 días de duración de esta importante gira.
El periplo tuvo un gran significado político para Cuba en medio de duros y angustiosos momentos, pues coincidió con el golpe militar fascista en Chile contra el presidente Salvador Allende y su caída en combate.
Era conocido, pues lo había hecho público en varias ocasiones, el interés del líder cubano por conocer Vietnam y experimentar allí, de manera directa, la proximidad con sus dirigentes, sus heroicos combatientes, su valeroso y digno pueblo.
Vietnam era y es considerado un ejemplo inspirador para todos, en la guerra y en la paz, por saber combinar sabiamente la prudencia con la audacia, la paciencia con el ímpetu, las reflexiones más profundas con los impulsos decisivos, en los momentos más adecuados y propicios.
Todo eso, por supuesto, lo conocía el líder de la Revolución Cubana, pero según su costumbre, le interesaba palparlo personalmente y conocer más de cerca detalles y circunstancias que a sus ojos de penetrante observador no escaparían.
A mi juicio, visitar la casa y el sitio de trabajo de Ho Chi Minh le impresionó particularmente, en medio de las condiciones de modestia y austeridad que rodeaban la existencia del legendario y amado líder del pueblo vietnamita, así como la habitación donde expiró para siempre aquel gigante del siglo XX.
No olvidemos que, lamentablemente, Fidel Castro y el Tío Ho, como le decían, no pudieron conocerse personalmente, y que la devoción mutua establecida entre ellos en aquellos tiempos difíciles, cuando ambos encabezaban las luchas contra el enemigo común imperialista, se forjó de manera indisoluble sobre la base de la moral, el decoro y los principios compartidos.
Importante fue también la visita al Museo del Ejército, donde el héroe vietnamita de las mil combates, el general Vo Nguyen Giap, le explicó personalmente, entre otras cosas, el desarrollo de la batalla de Dien Bien Phu, que liberó a Vietnam del colonialismo francés.
El cubano no cesaba de hacer preguntas, interesado en conocer aún más sobre aquellos acontecimientos que cambiaron el curso de la historia.
PRIMER PRESIDENTE EN VIETNAM DEL SUR
Viendo hoy la histórica visita inicial de Fidel Castro a Vietnam, pues posteriormente lo hizo en otras dos ocasiones, es indudable que su cruce a los territorios liberados del Sur, acompañado por el primer ministro Phan Van Dong, resultó el momento más sobresaliente, destacado y de mayor cobertura informativa de aquellos días.
No hubo medio informativo en el mundo -fuera amigo o adversario- que pudiese ignorar el hecho de que fue el único líder mundial o jefe de Estado y Gobierno presente en los territorios liberados de Vietnam del Sur, y expresó así directamente, con los riesgos que ello implicaba, la solidaridad ilimitada de Cuba con la lucha antiyanqui por la salvación nacional, que llevaba a cabo el pueblo vietnamita y estaba a punto de culminar en victoria.
En cuanto a Prensa Latina y su labor de llevar al pueblo cubano y al resto del mundo el desarrollo y las repercusiones de aquel acontecimiento, añadiremos como muestra indudable de agradecimiento la colaboración que nos brindara la Agencia Vietnamita de Noticias (VNA), siempre fraternal y dispuesta a dar apoyo a nuestra agencia informativa latinoamericana.
Mi especial recuerdo a la memoria del querido Dao Tung, entonces director, y a sus colaboradores.
No puedo concluir estas líneas sin reiterar algunas ideas ya expresadas, pero que pueden ser oportunas: el espíritu de resistencia y laboriosidad demostrado por Vietnam en la guerra, que se puso en función del desarrollo, unido a la tradicional sabiduría, sagacidad, disciplina y sistematicidad de su pueblo y sus líderes, muy en especial de Ho Chi Minh.
Ello puede explicar -a mi juicio- que este país socialista del sudeste asiático, con casi 100 millones de habitantes, sea hoy respetado y admirado por el mundo entero como autor de una poco común hazaña de la paz, a continuación de la hazaña de la guerra: lograr un crecimiento y desarrollo económico y social sostenidos y en ascenso, venciendo dificultades y obstáculos.
Respecto a sus vínculos con Cuba, diríamos que han resistido con éxito la prueba del tiempo y crecen aceleradamente en un ámbito de solidaridad, cooperación y amistad, adaptados a las nuevas condiciones del mundo de hoy, pero inalterables.
Y ello ha sido posible porque nos han guiado la unidad, sinceridad, el respeto y la ayuda mutua que nos enseñaron Ho Chi Minh y Fidel Castro, quienes fueron los artífices de esa hermandad.
arb/grd
*Emblemático periodista cubano. Fue director general de Prensa Latina (1973-1984)