“Hasta ahora cerca de 90 mil personas fueron indultadas”, anunció el subjefe del Poder Judicial de Irán, Sadeq Rahimi, citado por la agencia de noticias Mizan.
El pasado 5 de febrero, el Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, accedió mediante un decreto a una solicitud del jefe del Poder Judicial de Irán, Qolam-Husein Mohseni Eyei, de indultar o reducir las penas de un número significativo de reclusos.
La normativa incluyó a muchos reos vinculados a los recientes disturbios callejeros, respaldados desde el exterior.
Ese decreto de amnistía masiva fue emitido en el contexto de las conmemoraciones por el aniversario 44 de la Revolución Islámica, que puso fin al reinado del régimen Pahlavi respaldado por Estados Unidos en el país en 1979.
Además, la publicación del indulto coincidió con el aniversario del natalicio del primer imam de los chiíes, el Imam Ali.
Según los informes, los funcionarios continúan examinando los casos de otros presos, para valorar si cumplen con las prerrogativas del indulto ofrecido por las autoridades persas, ya que no aplica a quienes cumplen ciertos cargos específicos.
La amnistía se anula en los casos de las personas condenadas por cargos de espionaje para agencias de inteligencia extranjeras, al igual que para quienes tienen afiliación con grupos hostiles a la República Islámica, o los detenidos por cargos graves relacionados con la seguridad nacional.
El presidente iraní, Seyed Ebrahim Raisi, elogió el acto generoso y sabio del Líder de Irán enfatizando que “es desde la posición de la autoridad y, por supuesto, desde la posición de una visión paternal, que busca preservar a los miembros de la sociedad”, especialmente de su juventud.
Los disturbios estallaron en Irán a mediados de septiembre cuando la joven iraní Mahsa Amini, de 22 años, murió en un hospital de Teherán, tres días después de desmayarse en una comisaría de la capital.
Un informe de la Organización de la Medicina Forense de Irán concluyó que la muerte de Amini fue causada por una enfermedad subyacente, rechazando la hipótesis de que haya muerto por supuestas palizas por parte de la policía.
Sin embargo, tras la incitación de los países occidentales y los medios de comunicaciones hostiles, se desarrollaron actos vandálicos durante varios meses, con brutales ataques a agentes de seguridad y daños masivos a la propiedad pública y privada.
Durante los disturbios, decenas de personas y personal de seguridad murieron, en lo que las autoridades iraníes tacharon de actos vandálicos alentados como parte de un plan diseñado y financiado desde Estados Unidos, Israel y varios Estados europeos.
Las acciones de calle, con actividades de sabotajes y espionajes incluidas, tenían como finalidad principal generar la desestabilización del país persa y derrocar el sistema de la República Islámica.
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