Durante un encuentro patrocinado por Radio Universidad de Chile, Borón señaló que estamos en medio de un movimiento de la placa tectónica internacional en Europa del este y Asia, concretamente en Taiwán, organizado durante mucho tiempo desde Estados Unidos.
Recordó el politólogo argentino que documentos recientemente filtrados por la prensa demuestran cómo el Pentágono y el Departamento de Estado manipularon los Acuerdos de Kiev para darse tiempo de instalar un gobierno afín en Ucrania y armarlo con el objetivo de neutralizar a Rusia.
El también periodista argentino y el excanciller peruano Héctor Béjar coincidieron en que en medio de esa coyuntura hubo una mayor cercanía de China a nuestra región, con la posibilidad de diversificar las inversiones, mejorar el comercio internacional y las relaciones económicas.
Todo esto, sin embargo, no disminuye el apetito de Estados Unidos por el área, ni tampoco su fuerte presencia militar y su imagen clavada en la mentalidad de las capas medias y altas de la sociedad.
En este panorama, se preguntó Béjar si el actual movimiento progresista latinoamericano tendrá la capacidad de despegarse de la presión de Estados Unidos.
La moderadora del diálogo, la doctora en sociología Paula Vidal, precisó en este aspecto que las dos economías más importantes de la región, México y Brasil, están encabezadas por gobiernos de izquierda y destacó la importancia del retorno de Luiz Inácio Lula da Silva al campo internacional.
Por su parte Atilio Borón señaló las diferencias entre la ola progresista inicial y la actual, primero por las prioridades de la Casa Blanca en ese tiempo, inmerso en lo que llamó la guerra contra el terrorismo, y en segundo lugar por los líderes de ese momento.
“El gran estratega del ciclo progresista en su primera fase fue Fidel Castro, y el principal operador, al que yo llamo Mariscal de Campo, fue Hugo Chávez, y hoy día ninguno de los dos está”, afirmó.
Agregó que ahora el momento histórico es diferente, con la economía mundial afectada por una intensa inflación, la amenaza real de una guerra nuclear y el reforzamiento de los instrumentos de control de Estados Unidos sobre nuestra región.
Por otra parte, dijo, se derrumba el mito de la existencia de una derecha democrática porque el sistema así llamado se basa en elecciones realizadas en condiciones desiguales, donde el poder económico con su maquinaria mediática tuerce la opinión pública.
Se suma a ello, concluyó, que mucha gente está desencantada y se retira de la política y de los políticos.
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