Texto y Fotos Orlando Oramas León
Corresponsal jefe de Prensa Latina en Uruguay
Así lo declaró en 1995 la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), para orgullo de los habitantes de esa ciudad, devenida hoy una de las principales atracciones turísticas del más pequeño de los países del cono sur americano.
Está ubicada en la ribera norte del Río de la Plata, gigantesco estuario que llega a alcanzar los 200 kilómetros de ancho entre Uruguay y Argentina. Queda al oeste de Montevideo (177 kilómetros), mientras que a 50 kilómetros en línea recta, cruzando el río, se levanta Buenos Aires, la capital argentina.
Resulta incesante el ir y venir de los llamados buque bus del Colonia Express, compañía que presta servicio de ferry entre ambos puertos. Se calcula que unos tres mil argentinos residen en ese enclave y la importancia del puerto sobresale con el dato de que para llegar por tierra a Buenos Aires hay que cruzar el puente Libertador General San Martín y rodar unos 500 kilómetros.
UNA HISTORIA DE CONQUISTAS
A fines de 1679 el maestre de campo Manuel Lobo, gobernador de la Capitanía de Río de Janeiro, en el actual Brasil, comandó una expedición al Río de la Plata con unos 400 soldados, varios buques, artillería y aperos de construcción y labranza.
En enero de 1680, Lobo fundó la Nova Colônia do Santíssimo Sacramento, primer asentamiento europeo y la primera y más antigua ciudad en el territorio que hoy ocupa la República Oriental del Uruguay.
Enterado de la presencia portuguesa en Colonia, el gobernador y capitán general español del Río de la Plata, José de Garro, preparó desde Buenos Aires una expedición para la cual movilizó a milicias locales con el apoyo del virrey de Perú, de la gobernación de Paraguay (unos tres mil indios guaraníes) y de Tucumán.
El 7 de agosto de 1680, las fuerzas españolas tomaron Colonia. La plaza fue renombrada “Fuerte del Rosario”. Lobo quedó prisionero y en tal condición trasladado a Buenos Aires, donde murió el 7 de enero de 1683.
La disputa entre España y Portugal por el estratégico asentamiento apenas comenzaba. Ya sea por acuerdos entre ambas metrópolis o mediante acciones de guerra Colonia fue española y portuguesa más de una vez.
Baste decir que los españoles la devolvieron tres veces, pero no cejaron en hacerla suya, que lo fue desde 1777 mediante el Tratado de San Ildefonso
Pero la plaza también era codiciada por otro imperio europeo. Durante la segunda de las invasiones inglesas al Río de la Plata, el 5 de marzo de 1807 los británicos la ocuparon, lo cual alentó las ideas independentistas en el territorio oriental.
No es un dato al aire el hecho de que desde septiembre de 1807 José Gervasio Artigas, a la postre precursor de la independencia uruguaya, ejerció interinamente la comandancia de la ciudad en nombre de España.
En 1813, Colonia formó parte de la Provincia Oriental, reivindicada por Artigas. En 1818, después de 40 años, volvió a ser ocupada por Portugal durante la invasión luso-brasileña de 1816. No fue hasta el 2 de diciembre de 1828 en que quedó definitivamente bajo soberanía del Estado Oriental del Uruguay.
LA CIUDAD VIEJA
La calle Manuel Lobo resulta una invocación al fundador de la ciudad. Por ella transita Aristóteles Pinheiro, llegado también de Rio de Janeiro, pero siglos después y como turista, no conquistador.
Pinheiro es uno de tantos brasileños visitantes de la ciudad y, en particular, las 12 hectáreas que ocupa el casco histórico, incluidas las ruinas de la que fue la residencia del gobernador portugués.
“Va y mis antepasados pasaron por aquí”, dice el carioca a Prensa Latina en recorrido conjunto por la urbe. Se distinguen a simple vista las particularidades arquitectónicas de portugueses y españoles que la compartieron, acota.
El plano es de origen portugués y contrasta con el estándar que prescribía la ley española sobre las Indias Occidentales. Se caracteriza por sus calles angostas de piedra, que resaltan su tradición militar.
Las ruinas del Convento San Francisco Javier, resultan de los vestigios más antiguos y datan del siglo XVII.
Desde el “mar” hacia la Plaza Mayor, la Calle de los Suspiros recuerda un añejo pueblito portugués. La calle empedrada y a sus laterales casitas bajas con techos inclinados de tejas contrasta con otras de edificaciones a lo español, de techos altos y azoteas planas.
Lo de los suspiros tiene varias hipótesis. La historia recoge que allí se ejercía la prostitución, así que ya imaginan de qué gemidos estamos hablando.
Otra fuente afirma que los lamentos eran de los condenados a muerte que iban por allí camino al cadalso. Una tercera explicación atribuye las exclamaciones quejumbrosas a los esclavos que, mirando al inmenso estuario, evocaban sus lejanas tierras africanas.
Lo cierto es que en esa y otras calles, la preservación atrae a visitantes de países cercanos como Brasil y Argentina, pero también de otras latitudes. Y no solo turistas. La Ciudad Vieja ha sido filmada para películas de época, como “De eso no se habla” (1993), dirigida por la argentina María Luisa Bemberg, con el protagonismo del italiano Marcello Mastroianni.
No pueden faltar en fotos y postales la Muralla y la Puerta de la Ciudadela, ambas reconstruidas con algunas de las piedras originales utilizada por sus fundadores.
Sobresalen en ese entorno hostales, pequeños restaurantes y tiendas de artesanía el museo portugués y el español. También el faro de San Pedro, construido en 1857, y cuyo destello de luz blanca, emitido cada nueve segundos, es visible para la navegación a más de seis millas.
En el horizonte del Río de la Plata se perfila el buque bus que viene de Buenos Aires. Desde el Ministerio de Turismo hay planes para construir una terminal para cruceros, que podrían estar pronto en el paisaje de Colonia del Sacramento.
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