Marzia Ciampittiello, ingeniera ambiental del Instituto Italiano de Investigaciones sobre el Agua (IRSA), señaló en declaraciones divulgadas en el sitio digital de la publicación especializada Seguo News que “la situación es crítica” y las lluvias de mayo y junio serán cruciales para impedir un agravamiento de la misma.
El nivel del lago Garda, según señaló, se encuentra actualmente en solo 45,8 centímetros de agua por encima del cero hidrométrico, altitud sobre el mar establecido como referencia convencional para esta cuenca, mientras que el promedio de los últimos 70 años es de 109 centímetros, lo cual resulta alarmante.
Esta situación, según apuntó Ciampittiello, pone en riesgo la capacidad de sustentación de las comunidades locales, la agricultura, el turismo y la navegación, pues se trata de una reserva fundamental de agua dulce para el norte del país, entre los Alpes y la Llanura Padana.
Esa región de Italia es actualmente muy vulnerable a la sequía, tras dos años de poca lluvia y nieve, con temperaturas muy altas, por lo que “algunos se sus municipios ya empezaron a racionar los suministros de agua”, comentó la especialista.
Francesco Vincenzi, presidente de la Asociación Nacional de Consorcios para la Protección de las Aguas de Riego (ANBI) señaló recientemente que “semana tras semana, la situación del agua en el norte de Italia empeora”.
Si el año pasado la sequía le costó al sistema del país 13 mil millones de euros, 2023 promete ser peor a la espera del inicio operativo de los planes y medidas esenciales para aumentar la resiliencia a la crisis climática”, afirmó Vincenzi en declaraciones divulgadas en el sitio digital de la publicación Rinnovabili.
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