Las actividades para recordar su legado iniciaron el 24 de abril, cuando se cumplió el aniversario 25 de la publicación de «Guatemala nunca más», un compendio de las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante el conflicto armado interno.
El informe fue el fruto de un equipo de trabajo liderado por Gerardi, que se encargó de recoger las atrocidades cometidas durante más de 30 años de guerra como torturas, secuestros, violaciones sexuales, asesinatos y masacres, fundamentalmente por el Ejército.
No habían pasado 48 horas, y su cadáver apareció en la casa parroquial de la iglesia San Sebastián, de la zona 1 del Centro Histórico capitalino.
Su cráneo y rostro quedó totalmente desfigurado por los golpes con un bloque, al punto que fue posible reconocerle gracias al anillo episcopal en su mano.
La noticia fue uno de los episodios más repudiados tras la guerra y constituyó un desgaste para el entonces presidente Álvaro Arzú.
Las pesquisas involucrarían a personal del Estado Mayor Presidencial, militares y altos funcionarios, según las pruebas recabadas, aunque desde el principio primó la intención de que nunca se llegara a la verdad o al menos a los autores intelectuales.
Se manejaron varias hipótesis, crimen pasional, ataque de un perro o robo de imágenes religiosas para desestimar el móvil político y la posible participación de fuerzas del Estado.
No solo el informe «Guatemala nunca más» hizo a Gerardi una figura incómoda para los grupos de poder.
Desde 1967 a 1974, primero en las Verapaces, y después hasta 1984 en Quiché, fue reconocido como el obispo del pueblo por su trabajo pastoral y cercanía con los feligreses.
En el lugar donde le mataron, este 2023 se inauguró una exposición fotográfica en su honor, se ofició una santa misa en la Catedral Metropolitana y a continuación, una marcha Por la vida y la justicia honró a quien predicó la lucha a favor de las comunidades indígenas como compromiso de fe y vida.
La semana noticiosa también estuvo marcada por la campaña electoral de los diferentes candidatos a los más de cuatro mil cargos públicos, en particular, la definición de los lugares de los binomios presidenciales en la papeleta de color blanco.
En reunión de fiscales políticos con el Tribunal Supremo Electoral (TSE), las agrupaciones Valor-Unionistas, Unidad Nacional de la Esperanza, Azul y Cabal fueron los primeros en seleccionar su espacio en la primera fila de la abultada nómina de 23 contendientes.
Ese mismo jueves, el TSE dio a conocer el padrón electoral, el cual quedó en nueve millones 361 mil 068 ciudadanos aptos para emitir el voto, luego de su depuración.
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