Es consecuencia de la mezcla de fuentes del vital líquido que hace la administración de Obras Sanitarias del Estado (OSE) para «estirar» las reservas, menguadas por una sequía que ya tiene tres años.
El agua que llega a los hogares tiene 700 miligramos por litro de cloruro y 400 de sodio, mucho más que la semana anterior, cuando OSE decidió mezclar las tomas de agua y con ello aumentó la salinidad.
Los valores límites históricos que tenía el agua en Uruguay eran 250 miligramos de cloruro y 200 miligramos de sodio, según el diario El Observador.
La fuente también indicó que OSE disminuyó la presión de agua en la Zona Metropolitana, buscando que la reserva alcance hasta junio, pues el principal embalse, Paso Severino, está casi seco.
La víspera representantes de diversas instituciones y especialistas médicos se reunieron en el Ministerio de Salud para analizar la situación de la calidad del agua en la capital.
Previo al encuentro, la ministra de Salud Pública, Karina Rando, indicó que de la reunión saldrían recomendaciones a la población, pero el público quedó a la espera.
Sobre todo porque hay dudas sobre los efectos de la salinidad del agua en la salud, en particular para hipertensos y pacientes de enfermedades cardiovasculares.
La propia Rando dijo que el agua se puede beber, pero a la vez instó a tomar cuidados especiales a aquellos que deben tener dieta baja de sal.
Según El Observador, el agua que sale del grifo técnicamente no es potable, aunque no implica que sea dañina para la salud.
Por ahora la que está disponible no cumple con los parámetros que establece el Reglamento Bromatológico Nacional, por sus elevadas tasas de sodio y cloruro.
lam/ool