Por Lisván Lescaille Durand
Redacción Nacional
El periodista cubano José Llamos, autor del libro “Fidel. Un guerrillero antillano en el paralelo 17”, revela a Prensa Latina aspectos poco conocidos de la primera visita del entonces primer ministro cubano al país indochino, entre el 12 y el 17 de septiembre de 1973.
Publicado en 2020, el volumen contiene 14 relatos de protagonistas o testigos del itinerario del único dignatario extranjero que pisó la tierra de los anamitas en los años del conflicto armado.
El jefe de Gobierno antillano llegó también con su comitiva hasta zonas recién liberadas de la provincia de Quang Tri y dialogó con tropas vietnamitas, todavía en plena guerra frente a Estados Unidos. La hazaña tiene hoy un significado especial.
La enorme responsabilidad de proteger al líder cubano en circunstancia tan peligrosa fue sin dudas un reto enorme para la contraparte vietnamita, como lo confirma el texto de ocho capítulos y una serie fotográfica alusiva al momento histórico.
Según el entrevistado esta tarea se hizo con derroche de ingenio y de previsión. Afirma que para despistar a los enemigos se adoptaron medidas ingeniosas, cuyas primeras señales tal vez fueron enviadas días antes de la entrada del Comandante en Jefe de la Revolución cubana a Hanoi, procedente de Argelia.
Fidel Castro había encabezado la delegación de la isla a la IV Conferencia Cumbre del Movimiento de Países No Alineados. “En ese evento participó Lê Dúc Tho, entonces presidente de Vietnam del Norte quien, al término de la cumbre, emprendió desde la capital argelina una gira por otras naciones africanas”.
El autor del texto tiene la certeza de que la circunstancia descrita generó un efecto de distracción que encaja perfectamente en un esquema de protección para el visitante: “Era difícil intuir una visita oficial tan relevante a la patria de Ho Chi Minh en ausencia de su presidente”.
REAJUSTE DE PROGRAMA
El primer ministro cubano debió reajustar su programa y estancia en Vietnam debido al golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile. De ese suceso tuvo conocimiento en el trayecto entre Argel y Hanoi.
“Sin embargo, los anfitriones optaron por distribuir intacto el plan de recorrido inicial y de los cambios solo conoció un grupo muy reducido. Aquel hecho fortuito lo aprovecharon para organizar el despiste acerca de los horarios y sitios por donde andaba Fidel”.
Refiere el entrevistado que esa estrategia funcionó también en la ciudad de Haiphong, donde una multitud permanecía congregada en espera del Comandante en Jefe, mientras este se encontraba a cientos de kilómetros en los territorios del sur recién liberado.
Afirma que otros segmentos del recorrido fueron reforzados con efectivos y material bélico; los anfitriones construyeron espacios subterráneos seguros para evacuar de ser necesario y desplegaron capacidades de combate para abortar cualquier eventualidad enemiga.
“A ese esfuerzo se sumaron iniciativas del visitante que, en lugares críticos como Quang Binh, pernoctó apenas un rato en la habitación preparada para él; luego fue a otro local cercano y concluyó allí la noche», precisa.
“El jefe del grupo de seguridad responsabilizado en esa provincia con la protección del premier cubano, observó el movimiento, y me lo reveló 45 años después, en su testimonio para este libro”, añade.
PROFESIONALIDAD Y PERSPICACIA
A juicio del cronista, la profesionalidad y perspicacia con que los vietnamitas organizaron y ejecutaron los planes de protección evitó que los aparatos occidentales de inteligencia percibieran indicios de la visita.
“Nada se filtró. Los anfitriones previeron todo al detalle, derrocharon imaginación, ingenio e inteligencia para cuidar a Fidel, apoyados en un grupo de sus más experimentados, audaces y versátiles combatientes en ese terreno; al enemigo no le dejaron “rejillas” por donde olfatear su presencia».
La visita del Comandante en Jefe Fidel Castro generaba tensiones y no eran infundadas dado el contexto y las circunstancias, argumenta Llamos. Alude al hecho de que el Gobierno de los Estados Unidos y su Agencia Central de Inteligencia estaban obsesionados con matar al líder cubano.
“Tenían en Vietnam un poderoso aparato bélico y de inteligencia, el cual incluía cientos de miles de efectivos. A Quang Bing y Quang Tri lo habían “polvoreado” con minas», señala.
«Eran más de 800 mil toneladas de material explosivo sin detonar, el mismo que concluida la guerra hasta hoy ha ocasionado más de 100 mil víctimas, 40 mil de ellas mortales, entre la población civil», apunta.
Llamos agrega que en aquel escenario había espacio para el azar, la casualidad, y hasta para una acción premeditada del enemigo.
«La presencia del Comandante en Jefe allí parecía temeraria. Él mismo, en una de sus reflexiones, recordó que los vietnamitas temían que los yanquis pudieran detectar su presencia e intentaran una acción criminal».
Aun así, Fidel consideraba que su visita carecía de sentido si no llegaba hasta el Sur, y se lo hizo saber a su homólogo, Pham Van Dong. «Yo creo que actuaba movido por una mezcla de afectos, principios, visión estratégica y consecuencia”.
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