De acuerdo con la investigación de La Universidad de Bristol, Reino Unido, que refleja el diario La Estrella de Panamá, la capacidad del istmo para entrenar este fenómeno es reducida, pues antes no se ha visto expuesta a condiciones de temperatura de forma seguida, a lo largo de su historia.
El estudio “Las regiones del mundo con mayor riesgo de olas de calor de alto impacto” revela experiencias de regiones como la Unión Europea, donde la planificación logró salvar vidas.
Entre las acciones mencionan el establecimiento de centros de enfriamiento locales y la reducción de horas de trabajo en profesiones que se den al aire libre, lo que disminuyó la tasa de fallecidos en la ola que pasaron en 2006, entre otros ejemplos.
Si consideramos que la investigación afirma que el 31 por ciento de los 136 países estudiados han experimentado, en algún punto de los últimos 60 años, condiciones climáticas tan extremas e improbables, que no pueden ser anticipadas por los modelos climáticos, es urgente que Panamá esté preparada para una ola de calor mortal, que llegue de forma imprevista.
Lo que hace vulnerable al país y a Centroamérica no es únicamente su poca experiencia en manejo de calores extremos, también influye su acelerado aumento poblacional y su limitado desarrollo socioeconómico, alega el documento.
Sobre el tema, el Instituto de Meteorología e Hidrología de Panamá (Imhpa) anunció que abril fue el mes más caluroso del año, producto de la poca cobertura de nubes y su cercanía al Ecuador, lo que aumentó la incidencia de la radiación solar.
Una realidad que sigue experimentando hasta la actualidad y que, según la entidad, tendrá su fin con la llegada de la estación lluviosa, en este mes de mayo.
“Las elevadas temperaturas sostenidas no solo pueden causar la muerte de personas de manera directa, sino que también complican considerablemente la vida cotidiana y el trabajo”, según el estudio.
También señala que las olas de calor podrían generar devastación en la agricultura, además de efectos secundarios como los incendios forestales, algo que se percibe ya en la nación canalera.
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