En la mañana de este jueves, Mattarella fue recibido en el Palacio Real por Haakon y la reina Sonja, debido a que el monarca de esa nación, Harald V, se encuentra hospitalizado por una infección, precisa la fuente.
El jefe de Estado italiano, quien viaja acompañado del ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, inició la víspera su visita de tres días a Oslo, y poco después de su llegada sostuvo un encuentro con el personal de la Embajada de Italia, así como con miembros de la comunidad de connacionales residentes en ese país.
Durante las conversaciones con el príncipe heredero se abordaron temas bilaterales, así como regionales e internacionales de interés para las dos partes en los cuales, según apuntó el presidente, existe “plena convergencia”, por ser Noruega un “país aliado y sobre todo amigo”.
Entre los puntos abordados se incluyó la posición común de ambos países de apoyo a Ucrania en el conflicto entre esa nación y Rusia, en concordancia con la alineación de ambos como integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), aún cuando Noruega no forma parte de la Unión Europea (UE).
En cuanto al fortalecimiento de la cooperación, primó la atención al tema energético y las vías para enfrentar la actual crisis regional en ese sector, por ser ese país nórdico un gran extractor de petróleo y, al mismo tiempo, líder en la producción de energía verde, con una red eléctrica alimentada por fuentes renovables en un 95,0 por ciento.
Luego de ese encuentro, ambos se trasladaron a la Fortaleza de Akershus para la colocación de una ofrenda floral, y posteriormente Mattarella se reunirá con el presidente del Parlamento noruego, Masud Gharahkhani, así como con el primer ministro, Jonas Gahr Store, para concluir el día con una cena en su honor, en el Palacio Real.
El 12 de mayo viajará con el príncipe Haakon a la norteña ciudad de Trondheim, donde ambos visitarán el Instituto Politécnico de esa localidad y participarán en una conferencia sobre energía, tras la cual visitarán las obras de restauración del Palacio Arzobispal y la Catedral, como última actividad antes de su regreso a Roma, en horas de la noche.
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