A propósito de la Cumbre del G7, celebrada en Hiroshima, Japón, el titular del organismo afirmó que el bloque tiene el deber de actuar en medio de la profunda crisis financiera que afecta a la mayoría de los países, tras el impacto de la Covid-19 y el conflicto en Ucrania. Las economías en desarrollo se han visto defraudadas y malvendidas por el sesgo sistémico e injusto y el carácter obsoleto de la arquitectura financiera global, dijo.
Guterres calificó de injusto el sistema financiero, creado tras la Segunda Guerra Mundial, que «no ha cumplido su función principal como red de seguridad mundial», agregó.
En ese sentido, insistió en el papel protagónico del G7, integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, además de la Unión Europea, en un mundo multipolar, donde crecen las divisiones geopolíticas.
“Ningún país o grupo de países, puede permanecer al margen mientras miles de millones de personas luchan con lo básico de la alimentación, el agua, la educación, la sanidad y el empleo», enfatizó.
El peso económico del bloque es fundamental para la acción climática, aun insuficiente ante los retos del planeta.
La Agenda de Aceleración del organismo pretende recuperar el tiempo perdido, con un llamamiento para que todas las naciones del G7 lleguen a cero emisiones netas cerca de 2040 y para que las economías emergentes lo hagan para 2050, detalló.
Entre otras acciones, el secretario de la Organización de Naciones Unidas recordó que el Pacto de Solidaridad Climática insta al G7 a movilizar recursos para apoyar a las economías menos favorecidas en la aceleración de la descarbonización, para mantenerse dentro del límite de 1,5 grados.
La iniciativa demanda plazos más rápidos para eliminar progresivamente los combustibles fósiles y aumentar las energías renovables para poner fin al empleo de carbón antes de 2030.
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