En un mensaje por el Día Mundial de la Biodiversidad, el titular de la mayor organización internacional instó a garantizar pautas sostenibles de producción y consumo, reorientar las subvenciones hacia soluciones ecológicas y reconocer los derechos de los pueblos indígenas.
Agregó que hay que presionar a gobiernos y empresas para que adopten medidas más contundentes y rápidas contra la pérdida de biodiversidad y la crisis climática.
Este lunes se celebra el Día Mundial de la Biodiversidad, una jornada de concienciación sobre el papel crucial que desempeña un ecosistema sano para sustentar la vida en la Tierra, y que tiene lugar tras la histórica adopción del Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal, ratificado por 196 países en diciembre de 2022.
La jornada está dedicada a evaluar la crisis medioambiental actual y promover la aplicación de ese convenio, el cual contiene objetivos globales que deben alcanzarse para 2030 centrados en salvaguardar y utilizar de forma sostenible la biodiversidad, protegiendo al mismo tiempo los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales.
El planeta experimenta un peligroso declive de la naturaleza, con un millón de especies amenazadas de extinción, los suelos volviéndose infértiles y las fuentes de agua se están secando, precisó el comunicado.
Para hacer frente a esta realidad, el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (Pnuma) promueve la protección y restauración de los ecosistemas terrestres y marinos, la transformación de los sistemas alimentarios y cerrar la brecha financiera para la naturaleza.
El éxito del marco depende de los recursos financieros destinados a su aplicación, la voluntad política y una sólida formulación de directrices, ya que la biodiversidad es la compleja red de la que depende la existencia humana, afirmó la directora ejecutiva del Pnuma, Inger Andersen.
Para evitar la pérdida de biodiversidad a gran escala y el colapso medioambiental, se solicita la conservación y gestión eficaces de al menos el 30 por ciento de las tierras, aguas continentales, zonas costeras y océanos del mundo, así como la restauración del 30 por ciento de los ecosistemas degradados para 2030.
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