Conocido entre arqueólogos con la fría codificación de Monumento 9 de Chalcatzingo, la imponente y temida escultura considerada por los olmecas como el «Portal al inframundo», y más generalmente el Monstruo de la Tierra, está en su lugar de origen después de ser localizada en Denver, Estados Unidos, y de lograr su repatriación a México, concretada el 19 de mayo.
La enorme e importante pieza fue devuelta al pueblo que lo veneró y temió para colocarla en el mismo lugar donde fue esculpida, como enfatizaron en su reporte informativo las secretarías de Cultura y de Relaciones Exteriores, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, y los gobiernos del estado de Morelos y del municipio de Jantetelco.
Indicaron que la reposición al lugar al cual pertenece el Monstruo de la Tierra es un alto reconocimiento al legado de las culturas milenarias, y un ejemplo de la constante labor del Estado mexicano por la recuperación del patrimonio cultural sustraído ilegalmente, que ya suma 11 mil 771 piezas históricas y de carácter etnográfico, recobradas.
El director general del INAH, Diego Prieto, anunció que el Monumento 9 permanecerá aproximadamente un año en el Museo de Morelos para, finalmente retornar al municipio de Jantetelco y al pueblo de Chalcatzingo, donde se trabaja en la readecuación del museo, a fin de albergar adecuadamente el monolito.
El arqueólogo Mario Córdova Tello brindó una explicación según la cual es impropio el nombre de Monstruo de la Tierra que le dan al Portal al inframundo, debido a que el término no existe en la literatura olmeca de Chalcatzingo.
Se trata, abundó, de la representación en piedra de una criatura fantástica con las fauces abiertas. A través de formas geométricas y naturalistas, simboliza el acceso a una cueva, entendida esta no solo como el punto de ingreso al inframundo, sino también como el espacio húmedo, oscuro y primigenio de la existencia humana.
Detalló que un par de motivos decorativos a la altura de los ojos de la pieza, similares a gotas de agua, y cuatro flores de bromelia talladas alrededor de su boca aluden al concepto mesoamericano de la «Montaña sagrada» y asocian al Monumento 9 con otros rasgos iconográficos presentes en el Monumento 1 o «El Rey» de la Zona Arqueológica de Chalcatzingo.
mem/lma