Un reporte oficial del Instituto Nacional de Estadísticas (Istat) señala que en el pasado año también descendió 1,5 por ciento el volumen de la producción y en 2,1 puntos porcentuales el empleo en esa esfera de la economía italiana.
El análisis refiere que este balance negativo se apreció en casi todos los cultivos, y pone como ejemplos una caída de 17,5 por ciento en la producción de legumbres, de 14,6 en la de aceite de oliva, y en un porcentaje de 13,2 respecto a los cereales, aunque el sector frutícola creció en 23,2 puntos porcentuales.
La escasez de productos agrícolas contribuyó a un incremento del 17,7 por ciento en los precios de los mismos, aunque según ese estudio, el aumento fue “aun más sustancial de los precios de los bienes y servicios utilizados por el sector”, con un ascenso de 25,3 puntos porcentuales.
Ettore Prandini, presidente de la Confederación Nacional de Agricultores Directos (Coldiretti), apuntó recientemente que en el pasado año “con el cambio climático se redujeron las precipitaciones nacionales en un tercio”.
Esta situación “puso en riesgo la supervivencia de los territorios, la producción de alimentos y la competitividad de todo el sector alimentario”, afirmó el líder agrícola, quien valoró positivamente nuevas disposiciones del denominado Decreto Sequía aprobado el pasado 6 de abril por el Consejo de ministros de Italia.
Entre otras disposiciones, esa legislación incluye el establecimiento de un régimen simplificado de procedimientos para el diseño y construcción de infraestructuras hidráulicas.
Establece además el aumento de los volúmenes útiles de los embalses, así como la reutilización de aguas residuales depuradas para riego y la creación de facilidades para la construcción de plantas desalinizadoras.
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