Estos parques eólicos marinos, que consisten en grandes aerogeneradores en el océano, no son un concepto nuevo, pues el primero fue instalado en 1991 en Dinamarca y desde entonces la tecnología ha evolucionado y expandido rápidamente.
En la actualidad, hay más de 100 en funcionamiento en todo el mundo, con una capacidad combinada de más de 23 gigavatios.
De acuerdo con la AIE uno de los principales impulsores del auge de los parques eólicos marinos es su capacidad para generar grandes cantidades de electricidad sin producir emisiones nocivas de gases de efecto invernadero.
Las turbinas eólicas marinas suelen ser más grandes y potentes que sus contrapartes terrestres, ya que pueden aprovechar los vientos más fuertes y constantes que se encuentran en el mar.
Esto significa que pueden generar más electricidad por unidad de capacidad instalada, lo que los convierte en una opción atractiva para que los países reduzcan su dependencia de los combustibles fósiles y cumplir sus objetivos de cambio climático.
Expertos de la AIE afirmaron que otra ventaja de los parques eólicos marinos es poderlos ubicar lejos de áreas densamente pobladas, lo que reduce el impacto en las comunidades y ecosistemas locales.
Dicha ventaja, consideraron, es importante en países con disponibilidad de tierra limitada o donde los terrestres enfrentan una oposición significativa debido a preocupaciones sobre el ruido, el impacto visual o el daño a la vida silvestre.
Al ubicar las turbinas eólicas en el océano, estos problemas se pueden mitigar en gran medida, lo que hace que la generación de energía sea una opción más aceptable desde el punto de vista social y ambiental.
Con el potencial de producir grandes cantidades de electricidad limpia, crear puestos de trabajo e impulsar la innovación en el sector de las energías renovables, los parques eólicos marinos desempeñarán un papel crucial en la transición energética mundial, aseguraron.
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