El galeno formaba parte de un equipo al servicio de la tenebrosa Central Nacional de Informaciones (CNI), cuya función era mantener con vida a los prisioneros sometidos a tortura en las cárceles clandestinas del régimen.
Si bien el listado de víctimas de la policía secreta de Augusto Pinochet es muy extenso, a Jurgensen se le juzgó por su complicidad en el asesinato del profesor Federico Álvarez, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Este y otros médicos firmaron un certificado dando cuenta que Álvarez gozaba de buena salud, cuando en realidad se encontraba agonizante al ser presentado por la CNI ante una corte militar.
El miembro del MIR falleció al día siguiente en un hospital y la autopsia reveló graves quemaduras en su cuerpo, fuertes golpes, fracturas en las costillas y contusión pulmonar.
Luego de muchos años de demora en el proceso por este crimen, en enero pasado Manfredo Jurgensen fue condenado a ocho años de presidio, pero como disfrutaba de un régimen de libertad consiguió darse a la fuga.
Hace un par de semanas fue detenido en el Aeropuerto Internacional Ezeiza, en Argentina, cuando pretendía abordar un avión con destino a Alemania, con un pasaporte de esa nacionalidad.
El represor sufrió varios paros cardíacos que lo mantuvieron en coma inducido y este jueves falleció.
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