Se trata de un instrumento trascendental para proteger un amplísimo espacio que abarca más de dos tercios de los océanos del planeta, que entrará en vigor tras su ratificación por 60 Estados y cuya firma se abrirá a partir del 20 de septiembre por un periodo de dos años, un día después de la Cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El titular de la ONU Antonio Guterres aplaudió el pacto y recordó que las amenazas globales requieren una acción de escala mundial, al tiempo que lo puso de ejemplo como una demostración de fuerza del multilateralismo, de unidad y solidaridad por el bien común.
Asimismo, el secretario general convocará la primera reunión de la Conferencia de las Partes del Acuerdo a más tardar un año después de su entrada en vigencia.
El texto fue concluido y presentado en marzo de este año por los países miembros de la ONU participantes en la Conferencia Intergubernamental sobre Biodiversidad Marina de Áreas Fuera de la Jurisdicción Nacional, luego de casi 20 años de negociaciones, y este lunes fue adoptado como un acuerdo.
Dicho marco legal, conocido como Tratado de alta mar, colocaría el 30 por ciento de los océanos del mundo en áreas protegidas, destinaría más dinero a su conservación y cubriría el acceso y el uso de los recursos genéticos marinos.
Su letra dispone crear un marco para la distribución justa y equitativa de los posibles beneficios derivados de las actividades relacionadas con los recursos genéticos marinos y la secuenciación digital de los mismos en aguas internacionales, garantizando que dichas actividades beneficien a toda la humanidad.
También permitirá establecer mecanismos de gestión (explotación) por zonas, como las áreas marinas protegidas, a fin de conservar y administrar de forma sostenible las especies y los hábitats de alta mar en las zonas internacionales de los fondos marinos.
Este tipo de medidas son fundamentales para cumplir el objetivo mundial de conservar y gestionar eficazmente al menos el 30 por ciento de las zonas terrestres, aguas continentales, y áreas marinas y costeras para 2030, según lo acordado en el Marco Mundial de la Biodiversidad de Kunming-Montreal.
Garantizará, además, la evaluación y el examen del impacto medioambiental de las actividades realizadas en zonas fuera de las jurisdicciones nacionales, y establecerá un marco jurídico internacional para la evaluación de los impactos y consecuencias relacionadas con el cambio climático, la acidificación de los océanos y otros efectos conexos en alta mar.
Por último, facilitará el logro de las condiciones y la transferencia de tecnología marina necesaria para ayudar a las partes a alcanzar los objetivos del acuerdo, en particular a los Estados en desarrollo.
A estos aspectos esenciales se suma que aborda cuestiones transversales, como su relación con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, con los instrumentos y marcos jurídicos pertinentes y con los órganos mundiales, regionales, subregionales y sectoriales competentes, así como la financiación y la solución en caso de controversias.
También establece una serie de mecanismos institucionales, como una Conferencia de las Partes, un Órgano Científico y Técnico y otros subsidiarios de la Conferencia de las Partes, un Mecanismo de Facilitación y una secretaría.
El G77+China expresó este lunes en la ONU que la aprobación del acuerdo es una victoria de los países en desarrollo, y una demostración de que la unidad y el multilateralismo son más necesarios que nunca para enfrentar los enormes desafíos actuales y futuros de la humanidad.
Al hablar de su trascendencia enfatizó en la inclusión en el Acuerdo del principio de patrimonio común de la humanidad, una concepción fundamental que debe arraigarse en toda acción en alta mar, conjuntamente con la actividad de investigación científica.
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