En declaraciones exclusivas a Prensa Latina sobre el proceso de votación del próximo domingo 25 de junio, el también investigador recordó que cuando se firmaron los acuerdos de paz, se abrió una mínima esperanza, racional, una perspectiva nueva en el país.
Sin embargo, añadió, el tiempo demostró muy rápidamente que fue un pacto sellado casi obligadamente, a la luz del cambio que se estaba dando en todo el planeta.
“Cualquier elección y presidente desde entonces, Álvaro Arzú (1996-2000), por ejemplo, era un representante de estos grupos oligárquicos, los dueños de la nación”, explicó Colussi.
A otro como Alfonso Portillo (2000-2004), «con cierto antecedente izquierdoso, que intentó sacar pecho ante las facciones de poder, le costó una acusación de lavado de dinero, de corrupto, y terminó preso en Estados Unidos», amplió.
Álvaro Colón (2008-2012), «socialdemócrata muy tibio, terminó encarcelado igualmente», subrayó el profesor universitario, para quien el presidente de turno, como pasa en todos los Estados capitalistas, es un mero administrador.
El sicólogo de profesión aseveró que “hubo expectativas en los primeros comicios, algún cambio, pero el núcleo fuerte se mantiene”.
Mencionó al Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), el alto empresariado y la embajada de Estados Unidos, “que siempre está detrás de todos los procesos políticos, controla Latinoamérica todavía como su patio trasero”, planteó.
COMICIOS DESACREDITADOS
Los comicios en este territorio sudamericano son una válvula de escape mínima que abrió algunas esperanzas, pero ya a esta altura están totalmente desacreditados, reflexionó Colussi.
“Alguien ganará, la gente irá a votar, ahora lo que los candidatos actuales, cada vez más, están financiados por la narcoeconomía”, señaló.
En Guatemala se lava dinero, circula droga camino a Estados Unidos y todo ese sector, que mueve negocios sucios, tiene un peso considerable y una representación política, financian buena parte de las alcaldías y los diputados, describió.
A su juicio, el empresario Carlos Pineda, del Partido Prosperidad Ciudadana, representante de los narcos, parece que no era el candidato elegido de la embajada de Estados Unidos.
La aspirante que responde a la oligarquía nacional sigue siendo Zury Ríos (Valor-Unionista), hija del fallecido exdictador Efraín Ríos Mont (1982-1983), el otro Edmont Mulet, de Valor, a quien se le acusa de haber participado de las redes de tráfico de niños, acotó.
Probablemente quede Mulet como candidato fijo de la representación diplomática estadounidense o Ríos, puede haber sorpresas, valoró el catedrático.
“A Sandra Torres, del partido Unidad Nacional de la Esperanza y exprimera dama, le crearon una imagen de la guerrillera, cuando nunca participó en ningún movimiento”, comentó.
Para el analista Torres representa intereses de derecha conservadora, financiada por constructores, y ya en la segunda vuelta de las elecciones de 2019 el Cacif le dio el visto bueno, rememoró.
Hay pocos presidenciales relativamente honestos, como Manuel Villacorta, un socialdemócrata, buen tipo, con propuestas interesantes, entre ellas retrotraer la privatización de la salud y la educación, pero cómo hace luego para ejecutar todo eso, preguntó.
Entonces estos comicios del cercano domingo 25 de junio no traen ningún cambio, no pueden traer ningún cambio, concluyó Colusssi.
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