Los demandantes, Michael Jenkins, de 32 años, y Eddie Parker, de 35, quienes presentaron una querella de 400 millones de dólares, aseguraron en sus declaraciones haber sido víctimas de golpes, torturas y agresión sexual.
El contenido de la denuncia describe el accionar de algunos de los oficiales devenidos victimarios como “uno de los peores y más extraños incidentes de mala conducta policial en la historia de Estados Unidos”, según divulgó la cadena NBC News.
Jenkins y Parker, quienes vivían juntos en el momento del asalto, afirmaron en la demanda que los agentes ingresaron a su casa sin motivo ni advertencia.
Aseguraron que los policías los golpearon, los ahogaron, los aturdieron, los violaron sexualmente y los atacaron con insultos raciales por tener citas con mujeres blancas.
También fueron esposados y golpeados antes de que los agresores les dispararan con dispositivos de electrochoque de 20 a 30 veces, “en una competencia sádica entre ellos para determinar cuál de los aparatos sería más efectivo”, según consignan los documentos judiciales.
Luego, los oficiales pusieron a los dos hombres boca arriba y les echaron agua en la cara en un esfuerzo por ahogarlos, los violaron con un juguete sexual y finalmente pusieron armas en sus cabezas y los amenazaron con matarlos, afirma la demanda.
Los vejámenes concluyeron cuando un agente disparó en la boca de Jenkins mientras estaba esposado, lo que presuntamente le destrozó la mandíbula, laceró su lengua y provocó graves daños a sus arterias.
Tras las denuncias, el Departamento del Alguacil de donde proceden los victimarios informó que había despedido a varios de sus agentes.
En tanto, el Buró Federal de Investigaciones, el Departamento de Justicia y la Oficina del Fiscal Federal para el sur de Misisipi comunicaron que abrieron una investigación de derechos civiles.
El incidente se produce en medio de un fuerte debate sobre el uso excesivo de la fuerza por parte de los oficiales y acerca de la impunidad de sus actos, con un escrutinio particular de los ataques contra los negros.
Hace apenas dos semanas, por ejemplo, una indagación federal descubrió que en el Departamento de Policía de Mineapolis, en Minesota, la práctica de fuerza excesiva y discriminación racial eran patrones usuales.
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