Así lo informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado en el cual expresa la teoría de los expertos durante la edición 12 del Congreso Internacional de Mayistas, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México.
La responsable de la Oficina Península de Yucatán de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH, Helena Barba Meinecke, informó que durante la exploración de la cavidad donde se halló la embarcación se tomaron muestras tanto de la madera, como de restos óseos descubiertos alrededor de esta.
Se trata de restos correspondientes a siete individuos de diferentes especies animales: armadillo, pavo, perro y águila; además, se reconoció un resto humano, asociado con un hueso metatarsiano del pie izquierdo de una mujer adulta.
Por su parte Alexandra Biar, del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia, detalló que los restos del armadillo, cuya capacidad le permite contener su respiración y cruzar cuerpos de agua, sería una alusión al ingreso de dicho animal al inframundo.
Llegó a esa conclusión tomando en cuenta la concepción maya de las cuevas inundadas, semi inundadas y de los cenotes como portales a dicho espacio cosmogónico.
Además, agregó que se conocen imágenes en cerámica maya en las que este animal aparece como un “taburete de los dioses”, con personajes que posan sus pies sobre él, lo cual se enlazaría directamente con la evidencia arqueológica observada en el cenote.
Por la forma de la embarcación, no se descarta que hubiese sido creada con fines simbólicos.
Sobre los estudios hechos a la madera de la canoa por carbono 14, arrojaron que el material orgánico data del siglo XVI y no del periodo Clásico Terminal (830-950 d.C.), que predomina en el sitio arqueológico de San Andrés.
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