El fallo del Tercer Tribunal Ambiental se suma a otros dos dictados recientemente en la misma zona y es el sexto emitido en la reserva, donde la población lucha por impedir la contaminación ambiental y otros daños causados por esa industria.
La salmonicultura forma parte del cultivo de peces para su producción de forma intensiva y es habitual en varios países desarrollados, como Noruega, donde existen reglas estrictas sobre su funcionamiento.
En Chile por lo regular esta actividad la realizan empresas multinacionales que para obtener mayores ganancias violan las normas y provocan graves perjuicios al entorno.
Los principales problemas ocurren durante la fase de engorde de los salmones, que se hace en grandes piscinas flotantes, del tamaño de una cancha de fútbol, donde se hacinan miles de peces cuya crianza requiere un elevado uso de químicos y antibióticos.
Esto genera desechos tóxicos que contaminan las aguas, dañan a otras especies y deterioran el fondo marítimo, además de ser un peligro para ballenas y delfines que suelen quedar atrapados en las redes.
Organizaciones ambientalistas denuncian que las empresas extranjeras utilizan en la Patagonia chilena hasta 800 veces más antibióticos de lo permitido en sus países de origen.
Además depredan la fauna marina local para elaborar el alimento necesario en los criaderos, pues para producir un kilogramo de salmón se necesitan entre dos o tres kilogramos de otros peces.
Tras conocerse el fallo del tribunal, Haydee Águila, de la organización Comunidades Kawésqar por la Defensa del Mar dijo que ahora las ballenas, lobos marinos, delfines y otras especies tienen una nueva oportunidad de transitar sin peligro por la zona.
Agregó que este es un gran paso para que las evaluaciones ambientales cambien y se superen las deficiencias mostradas en los últimos años.
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