Demandó, al amparo de la ley de búsqueda de desaparecidos, que el Estado encuentre el cuerpo de Jaime Ayala y enjuicie a los responsables del crimen.
Al evocar su memoria, la ANP destacó que “dejó una huella imborrable en la historia del periodismo peruano y, a pesar de las adversidades y peligros, nunca dejó de informar con valentía y responsabilidad”, expresó la ANP.
El desaparecido tenía un programa en la radio Huanta 2000 y era corresponsal del diario limeño La República, medios en los que informaba sobre violaciones de derechos humanos en el llamado conflicto interno de 1980 a 2000.
El periodista acudió el 2 de agosto de 1984 al cuartel de la Infantería de Marina de la ciudad ayacuchana de Huanta, a denunciar el allanamiento de su casa por uniformados que maltrataron a sus padres, y nunca más se le volvió a ver.
Ayala investigaba la matanza de seis miembros de la iglesia presbiteriana de la localidad de Callqui, a manos de infantes de marina que los acusaban de vínculos con el grupo armado, Sendero Luminoso, entonces activo en la zona.
El cuartel de Huanta, según investigaciones posteriores, era un centro de tortura en el que los prisioneros terminaban desaparecidos.
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