En declaraciones a ese medio de prensa, el padre del nieto 133 encontrado por la asociación Abuelas de Plaza de Mayo aseguró sentir una alegría enorme, pero recordó que “en esa historia, la primera heroína es Cristina (Navajas 1949-1976), quien durante ocho o nueve meses estuvo gestando en las condiciones más inhumanas”.
Padeció maltratos y torturas, pero aguantó todo eso con fuerza de voluntad y finalmente tuvo a nuestro hijo, afirmó al referirse a quien fuera su esposa.
Me quisieron robar el niño, pero lo recuperé. Mi suegra Nélida se unió a las Abuelas para buscarlo. Es una institución insustituible, de un beneficio enorme para la sociedad porque es justamente el lugar donde las personas que tienen dudas pueden recuperar su identidad, añadió.
Julio y Cristina (ambos militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores), se casaron en 1971, en 1973 tuvieron a su primer hijo, Camilo, y en 1975 a Miguel.
Un año después, ella fue secuestrada junto a otras dos compañeras de militancia y estaba embarazada.
Según testimonios de sobrevivientes, fue vista en el centro clandestino Automotores Orletti y también estuvo en Proto Banco y Pozo de Banfield, lugares en los que fue torturada junto a muchas mujeres y hombres.
Su familia nunca dejó de buscarla a ella y al bebé.
En 1995 Miguel se unió a la agrupación Hijos y comenzó los esfuerzos necesarios para hallar a su hermano.
De acuerdo con las Abuelas, el nieto 133 se acercó recientemente a ellas de manera espontánea.
Fue anotado como hijo propio por un integrante de las fuerzas de seguridad y una enfermera el 24 de marzo de 1977, pero desde joven tuvo dudas sobre su origen.
Tras una presentación en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, se realizó una investigación documental y en abril de este año se le hizo un examen de ADN en el Banco de Datos Genéticos.
Los Santucho son una familia atravesada por el terrorismo de Estado y una historia de lucha: casi una veintena de sus miembros se encuentran entre los detenidos, asesinados y exiliados durante la última dictadura cívico-militar en este país (1976-1983) y de 10 de ellos aún se desconoce el paradero.
Todos los 30 mil desaparecidos fueron valientes, generosos, se entregaron a una lucha por el bienestar de la sociedad y de la humanidad. Algunos me preguntan por el apropiador de mi hijo, yo lo único que espero es que la Justicia intervenga, afirmó Julio.
Por ahora, todo esto es como andar sobre las nubes. Hablamos todos los días y nos vemos seguido. Tenemos el compromiso de hacer una videollamada con mis nietas. Vamos poco a poco. La alegría es infinita. Los Santucho, si no nos matan, vivimos mucho. Así que yo espero disfrutar a mi hijo por unos cuantos años más, concluyó.
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