Tras 18 días de bombeo, el viernes 11 concluyó la extracción de un más de 1,1 millones de barriles de combustible crudo del superpetrolero oxidado en aguas de la nación del Medio Oriente, lo que de acuerdo con expertos evitó una catástrofe medio ambiental.
Seguidamente la operación se enfocó en la limpieza final para pasar a la segunda fase que incluirá la instalación de una boya de amarre para que el buque de reemplazo, llamado Yemen, pueda quedarse en su lugar.
El secretario general de la ONU, António Guterres, aseguró que el organismo continúa recabando financiamiento para este crucial momento.
De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la operación sumará un costo de 140 millones de dólares, de los cuales todavía restan 20 millones.
“Una coalición mundial se unió bajo la batuta de la ONU para evitar en el Mar Rojo la peor de las catástrofes por un derrame petrolero. Ahora precisamos terminar el trabajo”, recalcó en ese sentido el coordinador residente de la ONU en Yemen, David Gressly.
El FSO Safer quedó varado en 2015 a unas 4,8 millas náuticas de la costa de la provincia de Hodeidah, en Yemen, en medio del conflicto armado que azota al país.
Sus circunstancias llevaron a la alerta de la ONU ante el riesgo de un eventual derrame de petróleo.
El vertimiento habría forzado el cierre de todos los puertos de la zona, cortando el suministro de alimentos, combustible y otros insumos básicos a un país donde más de 21 millones de personas, el 80 por ciento de la población, dependen de la ayuda humanitaria.
Además, podría haber afectado la navegación en el canal de Suez, por donde circula cerca del 10 por ciento del comercio mundial, a lo que se sumaría el fuerte impacto a la biodiversidad marina del área.
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