El proyecto denominado Aconcagua pertenece a la empresa privada Aguas Pacífico y pretende extraer el líquido del océano para potabilizarlo y enviarlo hacia la capital por medio de un ducto de 105 kilómetros de longitud.
La dificultad estriba en que sólo la mitad puede ser purificado y el resto se devuelve al mar, pero con una alta concentración de sales y diversos minerales.
Esto tendrá un serio impacto en la flora y la fauna del fondo marítimo, así como en la calidad del agua de la bahía de Quintero, señalan los trabajadores.
Hugo Poblete, presidente de la Federación de Pescadores Bahía Narau, se preguntó ¿quién va a venir a hacer turismo y bañar a sus hijos a un lugar donde se estará vertiendo salmuera a razón de mil litros por segundo?.
El sistema de descarga de los desechos estará a 700 metros de la costa y a una profundidad de 40 metros.
No hay que ser biólogo marítimo para comprender la fragilidad de estos ecosistemas donde hay una gran dispersión de huevos y larvas en el mar y cualquier alteración de sus componentes los afectará, señaló Poblete.
Agregó que algunas especies podrían migrar hacia sitios más limpios, pero otras morirán inevitablemente.
No obstante, la empresa insiste en que no habrá un daño medioambiental notable y resalta el beneficio para la capital de contar con otra fuente de agua potable.
Quintero y Puchuncaví son de las denominadas zonas de sacrificio por la instalación masiva de cordones industriales desde la segunda mitad del siglo pasado, lo cual causó un nivel tan elevado de gases y residuos contaminantes que muchos la denominan “el Chernóbil chileno”.
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