Desde ayer se dispararon las alarmas cuando la oficina de la representante comercial estadounidense, Katherine Tai, notificó la decisión de solicitar un panel arbitral en el marco del acuerdo regional del tratado de libre comercio o T-MEC, que incluye a Canadá, porque presuntamente México viola los reglamentos de dicho pacto, según dijo.
Raquel Buenrostro, secretaria de Economía de México, respondió que su país está preparado para defender su posición, y agregó que su gobierno no coincide con la de Estados Unidos y demostrará que su regulación es consistente con los compromisos en el T-MEC y que no afectan el comercio.
Sin embargo, al parecer es un hecho que Washington quiere escalar el diferendo y solicitó formalmente la creación de un panel bajo el T-MEC aun cuando México ha insistido durante meses que lo mejor para todas las partes era un diálogo fuera de ese mecanismo de arbitraje.
Incluso, el gobierno de López Obrador flexibilizó hace unos meses su posición al admitir que el maíz transgénico puede usarse en otros productos que no son de consumo humano y que este siga siendo el tradicional que los mexicanos siembran y consumen secularmente, sobre todo en su famosa tortilla, harinas y tamales.
Washington argumenta que dio el paso de presentar la demanda y crear el panel al no prosperar las consultas formales realizadas hasta ahora, aunque no dice que sus negociadores no cedieron a la exigencia mexicana de no contaminar los alimentos con ese tipo de maíz.
En el fondo está la presión de los productores estadounidenses que cosechan una enorme cantidad del transgénico y no quieren disminuir ni en una mazorca sus exportaciones y les importan muy poco las tradiciones culturales y la salud de quienes son los reyes del cultivo de esa gramínea, que comen desde antes de los olmecas.
Khaterine Tai llegó a exigir que «es fundamental que México elimine sus medidas biotecnológicas inconsistentes con el T-MEC para que los agricultores estadunidenses puedan seguir accediendo al mercado mexicano y utilizar herramientas innovadoras para responder a los desafíos climáticos y de seguridad alimentaria», exponiendo así el sentido mercantilista real del reclamo.
La representante comercial estadounidense admitió que con esa medida lo que buscan es que se cumplan las obligaciones de México en el T-MEC pues, según ella, el enfoque mexicano de la biotecnología no se basa en ciencia y va en contra de pruebas que hipotéticamente demuestran su seguridad.
Buenrostro respondió que México demostrará que la regulación nacional es consistente con los compromisos suscritos en el tratado y que las medidas impugnadas no tienen que ver con impugnaciones comerciales, puntualizó.
México llevará al panel altos funcionarios y especialistas de las secretarías de Economía, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.
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