«A partir de ese golpe, prácticamente, toda América Latina, se bañó de sangre, no solo Chile, donde miles de personas fueron desaparecidas, torturadas y asesinadas», expresó Petro.
Comentó que se extendió por Argentina, Uruguay, Paraguay, por Brasil antes, y por Centroamérica.
«Repetimos una historia dantesca que ya había ocurrido en Europa, España, Portugal, Grecia, y que arranca sus raíces realmente en otra época que no debió haber sucedido nunca. Mussolini, Hitler, Franco, el fascismo», enfatizó.
Recalcó que el fascismo o el nazismo, en sus diferentes expresiones, nunca fue una forma de pensamiento.
«Decir que un cuerpo étnico de la humanidad es inferior a otro no tiene nada de pensamiento, es una brutalidad», manifestó el jefe de Estado.
A partir de allí, pensar que los seres humanos, por su manera de pensar, de ser, de sentir, o por su color de piel, o por su origen étnico, deben morir en masa, por millones, no tiene base ni ideológica ni se puede considerar un sistema de ideas y son criminales quienes piensan así, simplemente, acotó.
Ese crimen desde el poder político, que termina ocasionando el genocidio, tiene raíces históricas, indudablemente, en los autoritarismos, en el poder mismo, pero nuestra historia contemporánea nace en esas épocas aciagas allá en Europa y se extiende en América Latina, rememoró.
Señaló que la toma del Capitolio en Brasilia y la toma del Capitolio en Washington son dos hechos que no pueden ser considerados como anecdóticos, como pasajeros, son el síntoma de los nuevos tiempos.
«Y por eso este hecho alrededor de Víctor Jara y de lo que eso significa, me lleva a reflexionar, a pensar. Claro que la humanidad hoy tiene dos caminos: o el regreso del crimen al poder, o la posibilidad de profundizar la democracia, una democracia en movimiento», expresó.
El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas de Chile conformadas por la Armada, la Fuerza Aérea, Cuerpo de Carabineros y el Ejército, encabezadas por Augusto Pinochet, asestaron un golpe de Estado contra el presidente socialista Salvador Allende y el gobierno de la Unidad Popular.
Durante la dictadura de Pinochet se restringieron derechos civiles y políticos, se estableció el Estado de sitio y el toque de queda, se suprimió el Congreso Nacional, se decretó la ilegalidad de algunas colectividades políticas y la suspensión de otros, la censura a medios de comunicación, y se ordenó la detención de los máximos líderes de la Unidad Popular, declarándola ilegal.
Asimismo, se desarrollaron arrestos arbitrarios, torturas y exilios, eventos que se han documentado como violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
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