Nacido el 4 de junio de 1928, el libanés de origen iraní trascendió por un discurso contra las privaciones, la pobreza y la injusticia social, además de combatir la ocupación israelí y respaldar la liberación del pueblo palestino.
Desde las regiones del sur y el norte de la nación, el referente espiritual chiita ofreció conferencias y desarrolló acciones a favor de la unidad en medio de la escalada de fricciones entre sectas y el feudalismo político.
El establecimiento del Movimiento de los Privados (Harakat al-Mahromeen) en 1974 en la ciudad sureña de Tiro enfrentó al ente de Tel Aviv y reunió a miles de hombres dispuestos a luchar en protesta contra el sistema injusto.
Al-Sadr condenó el estallido de la guerra civil en 1975 y emprendió una huelga de hambre en una mezquita de una zona local de Beirut, en la que predicó la unidad.
En este escenario, consideró que arreglar la situación interna es un preludio para salvar las relaciones en la región árabe y enderezar la política internacional.
A propósito, visitó varias naciones con el objetivo de mantener vínculos fuertes a la luz de la presencia palestina en suelo nacional y la resistencia militar y política contra la entidad israelí.
De gran aceptación popular, el dirigente espiritual abogó por la participación de las mujeres en actividades sociales y en el desarrollo de la comunidad.
Sadr, fundador del movimiento Amal ahora encabezado por Nabih Berri, y sus compañeros Mohammad Yaacoub y el Abbas Badreddine, desaparecieron el 31 de agosto de 1978 durante una visita oficial a Libia por invitación del difunto presidente Muhammar al-Gadafi.
Analistas y expertos consideraron en estos años de su ausencia que Libia fue el lugar escogido por varios intereses internacionales para eliminar una amenaza importante a la agenda occidental en Medio Oriente.
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