«El problema es que la renta no es repartida en igualdad de condiciones. Unos comen 10 veces al día y otros no comen en 10 días. Necesitamos corregir eso. Por eso tengo la obsesión de combatir el hambre», afirmó Lula en un acto en Teresina, municipio del estado de Piauí (nordeste).
Tal programa, que incluye 80 acciones y políticas públicas, está creado bajo moldes de la triunfante iniciativa Hambre Cero, que afloró en 2003 durante el primer mandato de Lula.
Para el exsindicalista, «no hay nada más sagrado que una madre que reúne a su familia en torno a una mesa y puede servirles comida abundante todos los días, para que las personas puedan comer hasta llenarse, hasta decir que no quieren más».
Rememoró que el gigante sudamericano salió del Mapa del Hambre de las Naciones Unidas en 2014, pero el abandono de políticas públicas hizo que retornara años después.
Aprobado por la Cámara Interministerial de Seguridad Alimentaria y Nutricional, el plan reúne a 24 ministerios y, de acuerdo con Valéria Burity, secretaria extraordinaria de Lucha contra el Hambre de la cartera de Desarrollo y Asistencia Social, Familia y Lucha contra el Hambre, se divide en tres ejes centrales.
Primeramente, aglutina acciones para garantizar el acceso a la renta, a las políticas públicas de protección social y promueve la ciudadanía.
Después acopia faenas que van desde la producción hasta el consumo de alimentos adecuados y saludables.
Y por último aboga por la movilización de los demás poderes del Estado, entes federales y la sociedad civil.
El pasado año, al menos uno de cada cuatro brasileños afirmó carecer de la cantidad de comida necesaria para alimentar a la familia en casa, como consecuencia de la política desastrosa y excluyente del otrora gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022).
La sensación de inseguridad alimentaria afectaba sobre todo a las familias más pobres y en regiones del Norte y Nordeste.
Especialistas detallaron que el problema se agravaba aún más cuando se consideraban los altos índices de desempleo y el retorno de la ocupación con funciones más precarias y de baja remuneración.
Denunciaron que Brasil retrocedió 30 años atrás y volvió al Mapa del Hambre, con un contingente de más de 33 millones de personas sin alimentos básicos, lo que corresponde al 15 por ciento de una población estimada en poco más de 213 millones de habitantes.
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