«El calentamiento global modifica el régimen de lluvias y eleva el nivel de los mares. Las sequías, las inundaciones, las tormentas y los incendios son cada vez más frecuentes y socavan la seguridad alimentaria y energética», afirmó Lula en la jornada inaugural del encuentro de dos días de las 20 mayores economías del mundo y la Unión Europea.
Aludió a como el estado brasileño de Rio Grande do Sul fue golpeado recientemente por un ciclón extratropical que «dejó miles de desplazados y decenas de víctimas fatales».
Para el exsindicalista, los efectos del cambio climático no son percibidos por todos de la misma manera. «Son los más pobres, mujeres, indígenas, ancianos, niños, jóvenes y migrantes, los más impactados», apuntó.
Convocó a las naciones que más contribuyeron históricamente al calentamiento global a asumir los mayores costos de combatirlo, pues «esta es una deuda acumulada durante dos siglos».
Refirió que desde la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) de Copenhague (Dinamarca) en 2009, los países ricos deberían proveer 100 mil millones de dólares por año en financiamiento climático nuevo y adicional a los países en desarrollo. Esa promesa nunca se cumplió, advirtió.
Manifestó en que «de nada servirá que el mundo rico llegue a las COPs del futuro alardeando de sus reducciones en las emisiones de carbono, si las responsabilidades continúan siendo transferidas al Sur Global».
Según el gobernante brasileño, faltan recursos y el año pasado «el mundo gastó 2,24 billones de dólares en armas. Esa montaña de dinero podría estar siendo canalizada hacia el desarrollo sostenible y la acción climática», punteó.
Certificó que la protección de la selva y el desarrollo sostenible de la Amazonia están entre las prioridades de su gobierno.
Mencionó que en los primeros ocho meses de este año se redujo la deforestación en un 48 por ciento con respecto al mismo período del año pasado.
Hizo referencia a la IV Cumbre de la Amazonia, realizada el 8 y 9 de agosto en Belém, capital del norteño estado brasileño de Pará, donde «lanzamos una nueva agenda de colaboración entre los países que forman parte de aquel bioma».
Insistió en que las energías renovables, los biocombustibles, la socio-economía, la industria verde y la agricultura de bajo carbono deben generar empleos e ingresos, incluso para las comunidades locales y tradicionales.
«El G20 debe impulsar este esfuerzo, respetando el concepto de responsabilidades comunes, pero diferenciadas y valorizando las tres convenciones de Río 92: clima, biodiversidad y desertificación», subrayó.
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