Por Mariela Pérez Valenzuela
Corresponsal jefe de Prensa Latina en República Dominicana
Descendió de un avión ruso IL-18 vestido con su uniforme verde olivo de campaña para ser el primer y único jefe de Estado o Gobierno que visitó ese país indochino, mientras se escuchaban las explosiones de las bombas, pues, aunque en enero de ese año se había firmado el Acuerdo de Paz en París, el régimen sureño apoyado por Washington se resistía a la unión del Norte y el Sur.
Una emoción devuelta en saludos, sonrisas, abrazos, flores y banderas de ambas naciones recibió a Fidel Castro, quien no reflejó muestras de cansancio, pese a que el país indochino era la última fase de una gira iniciada en Argel, Argelia, con escala en Iraq y visita a la India para luego arribar a su destino final, Vietnam.
Cientos de miles de personas acudieron a darle la bienvenida en el aeropuerto y en las calles de la capital a lo largo de 10 kilómetros con un ¡Viva Cuba!, que retumbó en parques y pagodas, edificios y corazones.
Al fin cumplía uno de sus sueños: conocer de cerca la llamada “tierra de los anamitas”, mencionada en 1889 por el héroe nacional de Cuba, José Martí, en su libro La Edad de Oro, dedicado a los niños.
Si antes de ese viaje se consideraba un hermano de los vietnamitas, las vivencias le confirmaban el valor de la unidad nacional en torno a un líder político, Ho Chi Minh, a sus ideas, su ejemplo y su atinada dirección.
Estados Unidos no tuvo un ápice de piedad con Vietnam durante aquella guerra desigual y aun, con poderosos equipos bélicos y miles de soldados, perdió la contienda. Pudo más la inteligencia y el arrojo demostrados por los vietnamitas.
Cuando viajó a esa nación asiática, el pueblo lo conocía por su amistad, su solidaridad internacional, y las colaboraciones enviadas en barcos, pese a que Cuba sufría la hostilidad de Washington con un bloqueo económico, comercial y financiero todavía vigente.
Para Fidel, su estadía allí hubiese estado incompleta si no conocía la central provincia de Quang Tri, en la parte central del país que estaba en poder en gran parte del Frente Nacional de Liberación de Vietnam, pero existía el peligro de los enfrentamientos y de los bombardeos. Allí se encontraba el paralelo 17, la línea fronteriza que delimitaba el norte y el sur del país.
El 15 de septiembre de 1973, el avión que lo transportaba junto al primer ministro de Vietnam, Pham Van Dong, aterrizó en el aeródromo de Dong Hoi, provincia de Quang Binh, y con posterioridad, continuaron viaje por carretera hacia la colindante Quang Tri, donde se encontraba el paralelo 17 y la colina 241 para celebrar un encuentro con los soldados liberadores de esa zona del país.
De aquella trayectoria, escribió Fidel Castro el 14 de febrero de 2008: “Los puentes, sin excepción, a lo largo del trayecto, visibles desde el aire entre Hanoi y el Sur, estaban efectivamente destruidos; las aldeas, arrasadas, y todos los días las granadas de las bombas de racimo lanzadas con ese fin, estallaban en los campos de arroz donde niños, mujeres e incluso ancianos de avanzada edad laboraban produciendo alimentos.
Visitamos un puesto de asistencia a los heridos de Quang Tri. Vimos numerosos tanques M 48 capturados. Recorrimos caminos de madera en la que un día fue la Ruta Nacional destrozada por las bombas. Nos reunimos con jóvenes soldados que se llenaron de gloria en la batalla de Quang Tri…”, rememoró.
Cuando la caravana recorrió unos 20 kilómetros encontraron una dolorosa escena, una joven, nombrada Nguyen Thi Huong, yacía en el suelo, herida en la soledad de los terrenos marcados con pequeños cráteres hechos por las bombas.
Era una de las tantas muchachas que rellenaba los caminos para que pasaran por la carretera equipos de guerra. Mientras hacía aquella tarea nocturna un explosivo estalló.
Coincidió que Fidel pasaba por el lugar, y al verla tendida mandó a detener los vehículos, de inmediato solicitó ayuda a los médicos cubanos que le acompañaban y encargó al entonces embajador de Cuba en Hanoi, Raúl Valdés Vivó, la preparación de medios para llevarla a un hospital.
En declaraciones a la prensa, ella dijo sentirse afortunada. “La guerra definitivamente terminó, expresó, pero tuve la suerte de que me salvara el líder revolucionario de Cuba”.
Fidel Castro, quien sentía una gran admiración por los combatientes de la División Vinh Quang (Gloria en español), también pudo conversar con los soldados y sus superiores.
De manos del jefe de Vinh Quang recibió la bandera Cien Batallas, Cien victorias, del Ejército de Liberación de Vietnam del Sur. La elevó y la ondeó en el campo de batalla, al tiempo que alentó a los combatientes a que llevaran el honroso estandarte hasta Saigón, capital de régimen títere al servicio de la Casa Blanca, hoy rebautizada ciudad Ho Chi Minh.
Así ocurrió. Dos años después de aquel encuentro, la bandera que Fidel sostuvo en el paralelo 17 ondeaba en lo alto del entonces Palacio de la Independencia, hoy de la Reunificación.
Cuando se reunió por primera vez con los dirigentes del gobierno, en Hanoi, ratificó el cariño de su pueblo hacia quienes, a diario, brindaban lecciones de dignidad al resto del mundo a base de sacrificios personales y colectivos.
“Vietnam es un nombre sumamente querido y sumamente cercano al corazón de todos los cubanos”, dijo el mismo día de su llegada, en el discurso que pronunció durante la recepción ofrecida por el Partido de los Trabajadores y el Gobierno.
Tuvo oportunidad allí de compartir con la heroína de la guerra, Ta Thi Kieu, y reconoció el fundamental papel de las mujeres durante la contienda, una época en que se vivía bajo tierra y si se conseguían alimentos eran frugales.
Fidel Castro estaba convencido, mucho antes de la firma de los acuerdos de paz, de la victoria de los vietnamitas. Durante su estancia allí, orientó a la misión diplomática apoyar a Vietnam con la construcción de un hospital en la ciudad de Dong Hoy, concluido dos años más tarde.
Es posible que, al concebir la obra, el líder histórico de Revolución recordara a aquella muchachita delicada y herida a la que salvó la vida en la carretera por donde pasaba su caravana hacia el paralelo 17.
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