Al hablar aquí en la Cumbre del Diálogo de Alto Nivel sobre la Financiación para el Desarrollo, el mandatario sudafricano recordó como la humanidad se enfrenta actualmente a la convergencia de una crisis climática, una recesión, una degradación ambiental, una inseguridad alimentaria y una pobreza cada vez mayor, y niveles inaceptables de hambre.
Cuando se acordó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, apuntó, el principio general era que los más vulnerables recibirían el apoyo que necesitaban.
Sin embargo, criticó Ramaphosa, en un momento en que más se necesita la solidaridad, no se cumplieron los compromisos internacionales acordados.
No se han respetado principios fundamentales como el de responsabilidades comunes pero diferenciadas, sostuvo.
Cuatro décadas después de que las Naciones Unidas establecieran el derecho al desarrollo como un derecho humano, la falta de cumplimiento de los compromisos para apoyarlo está profundizando la división entre el norte y el sur global, resaltó el Presidente.
Los países de economía desarrollada, insistió, deben cumplir su compromiso de contribuir con al menos el 0,7 por ciento de su ingreso nacional bruto a la Ayuda Oficial al Desarrollo.
También deben cumplir con su compromiso de movilizar 100 mil millones de dólares al año para abordar el cambio climático, prosiguió.
Sin embargo, agregó, para lograr un crecimiento sostenible e inclusivo es necesario hacer más, como fortalecer y reformar la arquitectura financiera internacional.
Los países con economías en desarrollo, reclamó ante el plenario, deben participar equitativa y significativamente en el proceso de toma de decisiones del orden económico internacional.
Al mismo tiempo, dijo, las acciones de los bancos multilaterales de desarrollo deben reformularse para responder a las necesidades de las economías en desarrollo, y esas entidades deberían apoyar proyectos y programas que estén alineados con las prioridades de desarrollo y los compromisos climáticos de esos países.
Asimismo, añadió Ramaphosa, el sistema tributario internacional debe reflejar las diversas necesidades de las economías tanto desarrolladas como en desarrollo, y las calificaciones crediticias de las economías emergentes, las africanas en particular, deben basarse en fundamentos económicos y no en evaluaciones subjetivas.
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