No se trata de caridad, dijo el mandatario sudafricano en su cata semanal, debe ser un acto de justicia económica y social.
Los pueblos de África, enfatizó, están literalmente pagando el precio de la industrialización y el desarrollo de los países del norte global.
También se trata de intereses compartidos, argumentó Ramaphosa, porque los estragos económicos y sociales causados por el cambio climático harán que el mundo sea más inestable, menos seguro y aumentarán la competencia por recursos escasos como el agua y los alimentos.
En su misiva, el Presidente recordó cómo en la conferencia de París en 2015 se acordaron acciones urgentes para limitar el aumento de la temperatura global y mitigar el impacto del cambio climático.
Sin embargo, acotó, aunque los países con economías desarrolladas prometieron apoyar a las economías en desarrollo en su transición hacia sociedades bajas en carbono y resilientes al clima, ese apoyo no se ha producido en la escala y con la urgencia que se necesita.
Entre otras cosas, las naciones ricas no han proporcionado la financiación prometida que los países vulnerables necesitan para adaptarse al cambio climático y cubrir el costo de las pérdidas y daños causados por los desastres ambientales.
Como Sudáfrica, sostuvo, queremos utilizar nuestros abundantes recursos solares y eólicos para posicionarnos a la vanguardia de la transición a la energía limpia.
Las reformas regulatorias emprendidas por el Gobierno, añadió, han dado como resultado una cartera confirmada de proyectos de energía renovable que se espera produzcan más de 10 gigaWatts de electricidad.
Pero, insistió Ramaphosa, en el camino de transición hacia economías y sociedades bajas en carbono debe ser justa e inclusiva, así como adaptada a las circunstancias y planes de desarrollo nacionales.
En última instancia, concluyó, ningún país debería verse obligado a elegir entre la acción climática y el cumplimiento de sus aspiraciones de desarrollo.
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