El país es responsable de menos del uno por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero su población tiene 15 veces más probabilidades de morir a causa de impactos relacionados con el clima, reconoció el titular.
Al informar sobre la recuperación y la ayuda brindada a un año de las catastróficas inundaciones, Guterres inisistió en que el país asiático necesita y merece un apoyo masivo de la comunidad internacional.
Pakistán es una doble víctima: del caos climático y de nuestro sistema financiero global obsoleto e injusto, que impide a los países de ingresos medios acceder a recursos muy necesarios para invertir en adaptación y resiliencia, enfatizó.
El cambio climático está derribando la puerta: desde Libia hasta el Cuerno de África, China, Canadá y más allá, advirtió el máximo responsable de ONU.
Guterres recordó que cuando llegaron las inundaciones, el foro multilateral liberó 10 millones de dólares del Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia y otros 6,5 millones unas semanas después.
La ONU y el Gobierno de Pakistán lanzaron el Plan de Respuesta a las Inundaciones, que solicitó 816 millones de dólares para ayuda y protección inmediatas.
«Puedo informar ahora que este llamamiento ya cuenta con una financiación del 69 por ciento», anunció.
Otros se comprometieron en enero de este año a apoyar a través de préstamos que aún no cubren las necesidades, insistió.
«Pakistán todavía está esperando gran parte de la financiación, y los retrasos están socavando los esfuerzos de la gente por reconstruir sus vidas», enfatizó.
Como consecuencias de las inundaciones mil 700 personas murieron; ocho millones fueron desplazados y 33 millones se consideran afectados.
A juicio del titular de ONU, si bien gran parte del agua ha disminuido, las necesidades no.
Más de ocho millones de personas en zonas afectadas carecen de acceso a agua potable y otros millones dependen de la ayuda humanitaria.
Más de dos millones de hogares, 30 mil escuelas y dos mil centros de salud resultaron dañados o destruidos, y la reconstrucción apenas comienza. Mientras tanto, la economía de Pakistán atraviesa enormes dificultades con la inflación de los precios de los alimentos cercana al 40 por ciento.
Al mismo tiempo, las inundaciones devastaron la agricultura, elevando los precios y reduciendo los ingresos.
Unos ocho millones más de personas se han visto empujadas a la pobreza; y millones más se han visto obligados a desplazarse en busca de trabajo.
Pakistán, agregó, es una prueba de fuego para la justicia climática.
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