Así lo demuestran hechos impactantes como el reciente caso del dirigente parlamentario Hernando Guerra-García cuya vida se extinguió por un accidente cardiovascular, sin que pudiera recibir asistencia médica que tal vez lo hubiera retenido en este mundo.
El personaje sufrió el súbito mal en una visita a la localidad de Punta de Bombón, en la sureña ciudad de Arequipa y cerca de la medianoche.
Fue llevado a la posta médica del lugar, la cual estaba cerrada, fuera del horario de atención, por lo que tuvieron que trasladarlo al puerto de Mollendo, donde hay un hospital, pero al cabo de 40 minutos de viaje, el paciente ya había muerto.
El hecho mereció reflexiones sobre la grave situación de la salud y sobre quien sabe cuantos peruanos anónimos mueren como Guerra-García, a quien las circunstancias alejaron de su zona de confort, de seguro médico privado, de calidad, y equipararon con los desprotegidos a los que cantó Vallejo.
Mientras el ministro de Salud César Vásquez atribuyó la sucedido “a una cruda realidad que hemos heredado”, sectores críticos del modelo económico neoliberal vigente desde hace tres décadas señalan que este desprotegió servicios sociales como la salud y la educación, y todas las voces reclamaron soluciones.
Pero además de precariedad, la salud en Perú registra también paradojas, como el hecho de que los servicios públicos de salud tienen déficit de especialistas médicos, pero hay cerca de dos mil próximos a culminar su preparación como tales, que claman por ser contratados por esos servicios.
Para el ministro, la solución debe ser autorizar a los especialistas de seguridad social que trabajen jornadas extra temporales en los centros estatales y viceversa, lo que tampoco convence a quienes creen que debe contratarse a los nuevos especialistas.
Y no solo hay insuficiencia de especialistas, pues 45 por ciento de los centros de atención primaria de salud no cuentan con médicos y las cifras oficiles consignan déficit de 43,6% de centros de salud, 40,7% de hospitales y 60,5 por ciento de laboratorios.
Por carencias como esas, Mardonio Rivera, su esposa y el bebé que ella parió en las cumbres andinas de la región Cerro de Pasco, mientras trataba de llegar en un día de caminata a una posta médica, duermen acampados frente a un hospital, esperando que su pequeño sea operado por un mal con el que llegó al mundo.
“Jamás, señor ministro de salud, fue la salud, más mortal”, escribió hace más de 80 años César Vallejo, el genio que subvirtió la poesía y llevó a esta el sufrimiento de su pueblo y, en el poema “Los nueve monstruos”, dejó un desafío que sigue pendiente:
“¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos, hay, hermanos, muchísimo que hacer…”.
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