La Organización de Naciones Unidas estima que en el planeta viven más de 600 millones de niñas y adolescentes quienes, con los recursos y oportunidades adecuados, podrían convertirse en mujeres líderes, innovadoras, emprendedoras y artífices de un cambio jamás visto.
Sin embargo, ese anhelo encuentra serios retos como la violencia de género, la falta de acceso a la educación y las tecnologías, o la situación de desventaja para el trabajo y su remuneración.
De acuerdo con la ONU, casi la quinta parte de las menores no termina el primer ciclo de la enseñanza secundaria mientras que casi cuatro de cada 10 no llegan al segundo ciclo en la actualidad.
Aproximadamente el 90 por ciento de las adolescentes y mujeres jóvenes no utilizan internet en los países de renta baja, mientras que sus compañeros varones tienen el doble de probabilidades de conectarse.
Otros datos confirman que las niñas de entre cinco y 14 años dedican 160 millones de horas diarias más al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los niños de la misma edad.
El panorama resulta igualmente dispar cuando las adolescentes siguen representando tres de cada cuatro nuevas infecciones por VIH en ese grupo etario.
La violencia de género, por otra parte, afecta severamente a una de cada cuatro adolescentes casadas o en pareja de entre 15 y 19 años, quienes sufren abuso físico o sexual por parte de su pareja al menos una vez en su vida.
Antes de la Covid-19, 100 millones de niñas corrían el riesgo de contraer matrimonio infantil en el próximo decenio, pero tras el azote de la enfermedad el futuro se torna peor.
La ONU prevé que, en el transcurso de los próximos 10 años, hasta 10 millones de niñas más podrían casarse sin haber alcanzado la mayoría de edad.
A juicio de la Organización, solo garantizando los derechos de las mujeres y las niñas en todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el planeta obtendrá justicia e inclusión.
La participación de ese sector resulta indispensable para que las economías funcionen, lo que demamda cambios desde la atención sanitaria materna y el apoyo a la crianza de las madres adolescentes, hasta la formación digital y en destrezas para la vida.
Otras transformaciones son necesarias en la educación sexual integral, los servicios de apoyo a las supervivientes y los programas de prevención de la violencia.
El foro reconoce además como una necesidad urgente el aumento de la atención y los recursos destinados a áreas clave que permiten a las niñas hacer realidad sus derechos y aprovechar todo su potencial.
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