En el Centro Histórico, cientos de personas llevaron todo tipo de artefactos vendidos durante casi toda la semana en tiendas y loneros -como les dicen a los informales- para seguir las instrucciones y no sufrir daños en la vista.
Ya desde la 10 de la mañana hora local, el cielo comenzó a nublarse, pero no un oscurecimiento como la gente consideraba, sino una sensación de que se aproximaba un diluvio, mientras que en la masa del sol se iba dibujando lentamente la sombra de la tierra como un corte lunar en su parte superior.
Este iba descendiendo, y en la medida que lo hacía, la luminosa estrella que nos da calor comenzaba a apagar su tono plateado, sus rayos perdían intensidad y el color de fuego a su alrededor, en cambio, se hacía más naranja y ardiente, primero algo grueso, y luego más fino, hasta contornear la figura de un aro blanco sin mácula.
La gente disfrutaba cada segundo o minuto el paso inexorable del eclipse a sabiendas de que se trataba de un privilegio que no volverían a ver con esa dimensión tan espectacular.
El eclipse se vivió con la mayor intensidad en las regiones del norte y centro de México, donde sí se pudo apreciar en todo su esplendor el anillo de fuego de magnitud milimétrica que rodeó todo el borde exterior del astro rey y dejó su centro oscuro, como un abismo insondable.
Aguascalientes, Zacatecas, Colima, Guanajuato, Michoacán, Ciudad de México, Puebla, Durango, Estado de México, Cuernavaca, Tlaxcala e Hidalgo, reportaron una visibilidad desde ciertos momentos al ciento por ciento, hasta el 72, con una duración total bastante prolongada de poco menos de una hora antes del clímax o punto máximo.
También se vivió en Veracruz, Tamaulipas, Campeche, Chiapas, Yucatán y Quintana Roo, donde su punto máximo fue de entre el 70 y 90 por ciento, por lo que el anillo de fuego se apreció con mayor claridad que en el centro y oeste del país.
En el sur de la capital, la gente se concentró en las islas de Ciudad Universitaria donde se realizaron actividades para la observación del fenómeno cósmico en el que se alinean el Sol, la Luna y la Tierra para dar paso a lo que se denomina Luna Nueva. Fue simplemente apoteósico.
car/lma