Es algo inconsciente, confesó a Prensa Latina este artista devenido también curador, profesor y empresario, cuyo trabajo se abre paso en este país donde ya ha echado raíces.
“Cuando salí de Cuba primero tuve un choque cultural bastante grande, porque fui para Namibia y realmente la cultura allá es bien diferente en términos conceptuales y formales”, rememoró Palomino sobre sus primeros tiempos lejos de casa.
En Namibia permaneció por espacio de año y medio, un periodo en el que trabajó con casi todas las galerías del país y donde pudo recorrer de lado a lado su geografía.
Sin embargo, decidió venir a Angola y comenzar acá, donde halló muchísimos componentes que lo remitían a la cultura cubana.
“Fue una transición mucho más tranquila y donde pude encontrar muchos más elementos para desarrollar un trabajo, que de alguna manera también ya venía haciendo en Cuba”, comentó.
Añadió que sus últimas producciones artísticas en la isla tenían bastante influencia de las culturas afrocubanas, no desde la parte religiosa, más sí desde la parte más ancestral y social.
“Tenía una serie muy relacionada con la historia, donde yo representaba personajes de una anatomía africana haciendo alusión a lo que esas imágenes representaban para nosotros, cómo vemos y sentimos esa cultura”, manifestó.
Su llegada a Luanda significó entonces emprender un camino más experimental, al decir del propio Palomino, quien apostó por analizar el ser humano desde la perspectiva de quien está fuera de su entorno, intentando entender esos procesos culturales ajenos.
“Todo eso se fue traduciendo en obras, en exposiciones.
No solamente trabajé con esta temática, también hice cosas que tenían que ver con paisajes, con animales, pero todo relacionado con la vivencia y con la existencia del propio ser humano”, apuntó.
No obstante, el comienzo estuvo lejos de ser algo sencillo, pues el artista “tenía una propuesta que poco tenía que ver con la estructura cultural y conceptual, incluso física de las obras que aquí se producen”.
En diálogo con Prensa Latina recordó que fue un choque grandísimo con las galerías, sentía que su filosofía no encuadraba, y tomó un tiempo para que galerías y curadores miraran su trabajo con otros ojos.
“Con el público fue más fácil”, acotó.
Actualmente desarrolla una línea más ligada a la cotidianidad, el impacto social y cultural de este país y lo que le aporta como ser humano y como artista.
Estoy enfrascado en traducir esos lenguajes, traducir esos principios de colores y de conceptos que encontramos en el día a día, enfatizó.
Retratos, abstracto, paisajes… coexisten en la obra de Palomino, para quien “el proceso de trabajo, de creación y de inspiración se desenvuelve conforme como van aconteciendo las cosas”.
Señaló que incluso las temáticas dependen mucho de lo que siente en el momento, de las influencias, sobre todo social y culturales, dos puntos muy importantes para él a la hora de construir su concepto.
“Por eso tengo esa versatilidad, todo con un hilo conductor apoyado por la técnica, por mis códigos”, explicó y agregó que es la razón por la cual puede ir sin problemas de la abstracción al paisaje, y más adelante hacer algo que no esté relacionado con ninguno de los dos.
“Todo depende de lo que yo siento en el momento. La idea es quien propone el tipo de obra que voy a producir”, afirmó.
Graduado de la Academia Profesional de Artes Plásticas de Las Tunas (oriente), Palomino ha encontrado en Angola la manera de contribuir a la formación de otros, mediante talleres para enseñar las técnicas que aprendió en Cuba.
Destacó que la formación artística en la isla es muy buena y resulta muy valiosa para quienes asisten a sus cursos, algunos de los cuales son actualmente profesores o colaboradores en sus proyectos.
Tiene una galería de arte en la Ilhia de Luanda, además de un taller-galería en el hotel Fórum donde realiza expoventas y también imparte clases; a esos espacios se unirá en breve uno en el hotel Patriota, que “será un poquito diferente, porque tiene arte pero tendrá además elementos de decoración”.
Palomino, a quien la fuerza del uso le ha dejado un acento portugués cuando habla el español, mantiene contacto en Cuba no solo con la familia, sino con las instituciones culturales.
Trato de ir todos los años, tengo toda mi documentación como artista, pertenezco al Fondo de Bienes Culturales, y ahora estamos en conversaciones para intentar un tipo de intercambio de arte, tantos de artistas cubanos, como angoleños, dijo a Prensa Latina.
Hay cosas de la isla que lo acompañan siempre y que son menos tangibles, como la luz. “La luz es un componente que define la presencia física de los lugares y la de aquí tiene una gran diferencia con la de Cuba, y cuando hablamos de luz hablamos de colores.
“Siendo sincero, a veces implemento en los paisajes que tengo hechos de Angola, la luz y los colores de mi país.
Eso es una cosa subconsciente, no tengo cómo modificarlo, mas intento que sea un componente a favor”, concluyó.
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