Fue una reunión breve, y como dijo su convocante Andrés Manuel López Obrador, dos veces buena, porque inició un nuevo tipo de unión regional para la búsqueda de una solución decorosa a una situación indecorosa creada por los biznietos y tataranietos de John L. O’Sullivan y James Monroe, que piensan igual que ellos para encadenar a América Latina y el Caribe.
Es que, hasta este momento de cambios que vive la humanidad, la comunidad afectada por el éxodo migratorio no se había reunido a analizar y juzgar sus causas más profundas, y Palenque contribuyó en apenas dos o tres horas de análisis, no solo a diagnosticar, sino a enfrentarlas con una visión de victoria.
Si todos los análisis de los 12 gobernantes tuvieron como centro de sus críticas a Estados Unidos y su política exterior agresiva impropia de los nuevos tiempos, las soluciones conducen también a ese mismo país, el cual rechaza que para todos lo mejor es una buena vecindad diferente a la del monroísmo.
Esto último quedó expresada en el lema de la reunión: “Por una vecindad fraterna y con bienestar” que, como la definió su convocante, fue “para sumar esfuerzos, voluntades y recursos para atender las causas del fenómeno migratorio”.
Tomando ese criterio como hilo conductor, y asumiendo de antemano que el gobierno de Washington no se moverá de sus posiciones de negar recursos para frenar el éxodo, la cumbre tomó una serie de provisiones para que la región intente atemperar la crisis migratoria con sus propios recursos.
Es así que el comunicado conjunto leído por la canciller Alicia Bárcenas, ofrece los ejes centrales de un plan de acción que debe estructurarse a partir de ahora para que de resultados y que involucran a Estados Unidos.
Así, por ejemplo, el segundo de 13 puntos plantea fomentar el comercio intrarregional de bienes y servicios de subsistencia básica, promoviendo preferencias arancelarias, cuotas y eliminación de barreras no arancelarias. ¿Por qué? Pues porque eso no se ha logrado con el comercio con Estados Unidos.
Otro punto, instar a que se levanten las medidas coercitivas unilaterales impuestas a países de la región, contrarias a derecho internacional que tienen graves repercusiones más allá de los países objetivo. ¿A quien va dirigido? a Estados Unidos.
Exhortar a que los países de origen, tránsito y destino implementen políticas migratorias integrales que respeten el derecho humano a migrar, resguardando la vida y dignidad de las personas migrantes y sus familiares. No es necesario decir que va contra el coloso del frente.
Hacer un llamado a que los países de destino adopten políticas y prácticas migratorias acordes con la realidad actual de nuestra región y abandonen aquellas inconsistentes y selectivas para evitar producir arbitrariamente tanto efectos llamada, como efectos disuasivos tales como la regularización de ciertas nacionalidades. Por supuesto, se refiere al mismo país.
Proponer esfuerzos coordinados para replantear la arquitectura financiera internacional de la deuda soberana a fin de permitir a los países de ingreso medio, alcanzar mayores niveles de desarrollo, cerrar brechas sociales y reducir la intención de migrar. Sería un galimatías decir que el destinatario de ese mensaje es Washington.
Hubo un acuerdo muy directo también en esa misma cuerda: “Proponer a los gobiernos de Cuba y Estados Unidos a sostener en el menor tiempo posible un diálogo integral sobre sus relaciones bilaterales”. Cuba la acepta, por supuesto. ¿Y la Casa Blanca?
En fin, parodiando a los romanos de tan lejana época, todos los caminos que se transitaron en la Cumbre de Palenque condujeron a Estados Unidos.
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